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El olor del barro, o ya del fango, ha llegado a las narices de todo el Estado español poniendo de manifiesto las perversiones de un protocolo que, probablemente, nació para solventar y no para enfrentar a esas Españas de las que ya habló el poeta. ... Sánchez, hijo apolíneo de la fortuna, lleva a cuestas un generador de luz que no le permite ver si la oscuridad le rodea, un trébol de cuatro hojas en la solapa y una flor en aquel sitio. Como si estuviera ungido por los dioses la lluvia cayó en aquellos lugares donde el líder había perdido pie y quizás por ello aplicó el protocolo para no medrar el poder obtenido por sus adversarios. A estos, la tormenta les pilló alargando la sobremesa de un almuerzo de trabajo y a nosotros nos dejó con el corazón en un puño y la desvergüenza ahogándonos las razones por las que había centenares de muertos.

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elcorreo El olvido que no seremos