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Todo, absolutamente todo lo que concierne al ser humano ha sido pensado con un patrón, el masculino. La mujer se ha ido adaptando, durante el siglo pasado y este, a las medidas, dosis y formas que el mercado tenía predeterminadas. Ahora sabemos que entre cientos ... de ejemplos que se pueden dar, una gran cantidad de medicamentos están probados en hombres pero no en mujeres, que los trajes espaciales tienen un patrón masculino, que el suelo pélvico hay que cuidarlo antes y después de ser madre y que el cordón umbilical contiene células preciosísimas.
Finalmente, las mujeres han ido llegando a los rincones profesionales que permanecían ocultos para ellas y en los laboratorios las científicas encuentran su talla y medida. La revista 'Nature' acaba de publicar un relevante descubrimiento: durante la lactancia materna, el hipotálamo crea una hormona que regenera y es capaz de crear cartílagos y huesos. La ciencia la ha llamado hormona cerebral materna y a partir de esta constatación se abre una puerta al tratamiento de la osteoporosis.
Esto es una gota en el mar del desconocimiento de lo femenino. Estoy convencida de que en torno a la maternidad, ese milagro de la naturaleza, seguirán encontrándose respuestas a esos axiomas que el hombre trae bajo el brazo. No hablo de la mitificación que hay en torno a ella, ni de las bobadas que se ponen de moda como hacer joyas con la leche materna, sino de ese tesoro biológico que es alumbrar.
Por lo demás, resulta bastante frustrante ver cómo este mundo ha caminado y camina en muchas sociedades de espaldas a las mujeres. Nuestra biología tiene unas características bien definidas y la frase de que todos somos iguales ha hecho mucho daño. Era y sigue siendo una manera de salir del paso, de desembarazarnos de la complejidad de los sexos o de no querer pisar esos terrenos pantanosos en los que tendremos que chapotear si queremos avanzar en el respeto.
Me confieso amante de las diferencias, especialmente en lo que a biología se refiere. Desde el cerebro, la piel, hasta la punta del pie, mujeres y hombres se diferencian en su estructura física y cerebral. No es que me haya vuelto darwinista, es que es innegable y hay cosas que no tendríamos que andar explicando a estas alturas de la ciencia. Tenemos que hablar de muchas cosas entre nosotros, porque las asignaturas y conversaciones que tenemos pendientes se nos acumulan entre los pliegues de la ira y el amor, del deseo y el silencio. Tenemos que hablar de nosotros porque todavía no nos hemos puesto de frente a las maravillosas y determinantes diferencias entre los sexos.
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