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La mentira, la omisión de la verdad o el cambio de opinión no se lleva igual en un país que en otro. Mentir en Estados Unidos te puede costar la presidencia, la familia, el trabajo o ser condenado a vivir con el estigma de haber ... mentido. Aquí, como no se dice la verdad ni al médico, tenemos refranes para aligerar el peso de la mentira, dichos populares y justificaciones que implican hasta las convicciones religiosas; una mentira piadosa. Resulta apasionante descubrir las tripas de esos negocios montados al abrigo de las contradicciones que tenemos los seres humanos de este siglo en el que nada está prohibido o todo se puede asumir. Retorcer la intimidad, por muy fácil que parezca, no lo es, y lo veremos cuando se afronte en España el tema de la prostitución, en el que resulta que somos el lupanar mejor amueblado de Europa.
En Estados Unidos, allí donde la moralidad es obligada, se creó hace unos años la agencia Ashley Madison, cuyo eslogan es 'La vida es corta, ten una aventura'. En teoría era un sitio seguro, una web que permite al usuario tener citas extramatrimoniales, relaciones abiertas o encuentros sin compromiso con discreción previo pago de unas tarifas. El diseño era perfecto, ninguno de los participantes quería ser descubierto así que nada mejor que encontrarse en la misma situación para que todo pareciera banal y acordado.
Todo iba sobre ruedas y la web obtuvo millones de usuarios y desde luego unos pingües beneficios. La sociedad extendió sus servicios a muchos países y en todos, incluyendo el nuestro, tuvo el mismo éxito. Pero un día se recibió un mensaje en la central diciendo que había sido 'hackeada' y que si no se cerraba la web en un mes, se difundirían todos los datos y conversaciones de sus usuarios. Millones de infieles empezaron a temblar, se volvieron cautos y amenazaron a la empresa. Esta, desbordada, intentó localizar al 'hacker', le ofreció sumas importantes y lo puso en manos de la Policía, pero nada se consiguió.
La amenaza se cumplió y las listas interminables se hicieron públicas, así como las referencias de los pagos de los usuarios; la sociedad americana se vino abajo. Comunidades de perfectos cristianos, honestos americanos con familias tradicionales, cargos públicos, jueces, militares… La infidelidad no dejaba títere con cabeza. Hubo suicidios, reconocimientos públicos de culpa, perdones y una serie de Netflix que acaba de estrenarse. Ashley Madison, la agencia que llevaba los nombres de dos cándidas americanas, levantó las faldas a la moralidad. Aviso a navegantes. La agencia sigue abierta, ahora con más medidas de seguridad, y en nuestro país parece gozar de buena salud.
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