El discurso del iluminado

Se quejaba un diplomático del odio hacia Israel que se había extendido por algunos países de Europa y aludía a la deuda que estos tenían con el pueblo judío. El pueblo judío, el elegido por Dios (ya es mucho), eligió a Netanyahu y, por lo tanto, su genocidio y humillación permanente del mundo árabe se ha cargado de un plumazo la piedad que arrastraba la historia por el pueblo judío. El Holocausto se ha puesto al día y no son pocos los que vemos un inconsciente deseo de venganza ancestral en el apabullante empleo de su fuerza contra Hezbolá y contra todos los civiles que malviven a su alrededor.

Mientras escribo, el mundo permanece expectante por los movimientos de Israel, el modo y el lugar que elegirá, el país que azotará y destruirá y el armamento que utilizará para dejar sin palabras al mundo y, sobre todo, cuánto caerán las bolsas durante el conflicto. Hay un daño mortal, el de la pérdida de la individualidad, que se extiende por el planeta y que empieza casi siempre por el discurso de un iluminado contando que se siente herido en su honor.