Lo cierto es que una no sabe, a veces, qué parte de la vida elegir para narrar la mirada curiosa que me hizo ser periodista. Las noticias que emiten los telediarios son un rosario de calamidades que una debe neutralizar para seguir mal durmiendo. El ... chocolate, que era una de mis opciones, se me está quedando escaso y esa amiga que trivializaba la vida con desparpajo ha perdido el gracejo de sus observaciones. Me veo obligada a detenerme en esas discretas perlas que algún becario ha recogido de vaya usted a saber qué agencia. Alguien tiene a bien valorar la importancia que pueden tener los despropósitos.
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En Estados Unidos, en Maine, un chalado militar en la reserva ha cogido un arma de guerra y ha matado a 18 personas y herido a otras tantas. En Acapulco, un huracán llamado 'Otis' ha arrasado la población causando una treintena de muertos y aquí, en El Ejido, otro chalado se colocó una cámara en el zapato para poder grabar a la dueña de una copistería cuando llevaba faldas.
Ya sé que el asunto, observado detenidamente, no tiene gracia, menos aún para la afectada, pero permítanme refugiarme en la perversa ingeniosidad de este individuo que para llevar a cabo sus fantasías ha tenido que derrochar tanta neurona. Acudí a los medios para informarme. Me interesaba saber cómo había sido descubierto el delincuente sexual y a qué tipo de acusación podía enfrentarse. ¿Era considerado un agresor o qué demonios era? Lamentablemente, no había un perfil del individuo, pero lo que sí había era una descripción del comportamiento.
Al parecer, la copistería a la que acudía casi diariamente estaba atendida por una mujer que sospechaba de aquel cliente que le pedía que le cortara unos papeles en una máquina que requería que se inclinara para ponerla en funcionamiento. En ese momento, el hombre, en una coreografía imposible, colocaba el zapato de manera que la cámara tuviera la visión del interior de la falda de la propietaria. La mujer, con esa tendencia a la redención que algunos poseemos, pensó que aquel pobre hombre padecía algún tipo de tic nervioso que hacía que se le escapara la pierna de modo incontrolado, pero cuando el gesto se repetía únicamente cuando estaban a solas dejó de justificarlo.
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Con la mosca detrás de la oreja, acudía a visualizar las grabaciones de las cámaras de seguridad de la tienda y entonces comprendió que no se trataba de un bailarín descontrolado, aunque no podía imaginar que llevara una cámara en el zapato. Sin dudarlo se puso en contacto con la Policía y el equipo de ciberdelincuencia de Almería encontró en el domicilio del 'voyeur de intimidades' varias grabaciones de más mujeres. Creo que no está detenido, y que el zapato, incluida la cámara, fue requisado.
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