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El enunciado de la ley que promovía el Partido Socialista en contra de la prostitución parecía un verdadero y necesario paso hacia la desasosegante comercialización del sexo. Que los propios socios del Gobierno, junto al Partido Popular, votaran en contra era una contradicción. Luego supimos ... que la ley apenas tenía unas páginas que giraban en torno al recrudecimiento de las penas a los proxenetas y puteros, para proteger a las prostitutas; resumiendo, un lavadito de cara para un problema al que ningún gobierno, sea progresista o conservador, quiere hincarle el diente.
La prostitución se mueve en internet para gloria de adolescentes. Solamente 'Only fans', una peligrosa plataforma por suscripción de contenido sexual explícito, tiene alrededor de 240 millones de usuarios registrados y es sin duda un espacio blanqueado y absolutamente fuera de la ley al que sus señorías deberían empezar a mirar. Existe un lenguaje de redes, que normaliza y apoya una banalización perversa de la prostitución. Se vende el empoderamiento de la mujer, el derecho de esta a vender su cuerpo, la increíble oportunidad de aprovechar el capital erótico que demandan los hombres para enriquecerse sin salir de casa. Este tipo de plataformas actúan como verdaderos proxenetas que diluyen la frontera entre pornografía y prostitución para dar paso a una consumición a medida donde no hay piel y por tanto no hay maltrato, ni pecado. Nuestros jóvenes se educan en estos espacios que reproducen violencia sexual, dominación masculina, machismo y misoginia mientras la violencia de género sigue creciendo a pesar de las medidas. Se necesita una ley de fuste, no un parche sor Virginia, pero ¿para cuándo?
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