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El enunciado de la ley que promovía el Partido Socialista en contra de la prostitución parecía un verdadero y necesario paso hacia la desasosegante comercialización del sexo. Que los propios socios del Gobierno, junto al Partido Popular, votaran en contra era una contradicción. Luego supimos ... que la ley apenas tenía unas páginas que giraban en torno al recrudecimiento de las penas a los proxenetas y puteros, para proteger a las prostitutas; resumiendo, un lavadito de cara para un problema al que ningún gobierno, sea progresista o conservador, quiere hincarle el diente.

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