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Los gobiernos consiguen, con su siniestra tenacidad comunicativa, que los ciudadanos acabemos hasta el moño de los zarandeos, siembre constitucionales y legales, a los que se somete la estructura del Estado. El hartazgo, ya se sabe, invita al abandono y el cansancio se parece mucho ... a la derrota. La supuesta transparencia es lo más parecido a la falsificación de un bolso de marca y nadie puede hacer preguntas en las ruedas de prensa. Y aquí estamos a vueltas con esas verdades que andan tan embarradas que no se sabe si vienen o van.

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