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Ya nadie habla del Ministerio de Igualdad y parece que tanto la anterior ministra como sus colaboradores están cobrando el paro, mirando dónde encaja su experiencia o anhelando lo perdido. Un alivio. Sin embargo, hace unos días la célebre secretaria de Estado Ángela Rodríguez, 'Pam', ... se hizo notar en las redes sociales con un tuit haciéndose eco de un cartel en el que se anunciaban las famosas rosquillas de San Isidro; las 'tontas' y 'listas'. Hablo de esto no porque me interesen las rosquillas, sino acuciada por el ansia didáctica que debe tener la información. En San Isidro, además de los trajes de chulapos y chulapas hay rosquillas. Las que no llevan añadidos a la receta tradicional se llaman 'tontas'; las 'listas' son las que se aderezan con glaseados aromatizados, y a las rebozadas en almendras se las denomina 'francesas'. La exsecretaria publicó una fotografía del cartel en el que rezaba que los madrileños preferían las listas a las tontas. 'Pam' estaba indignada por el lenguaje implícito que ella calificaba de machista. Las redes se incendiaron, y horas después había miles de visualizaciones y esa máquina de fango que tanto teme el Gobierno se puso a funcionar.
Después de este proceder estúpido, se comprende que la información no se cueza precisamente en las redes sociales, sino en las redacciones de los periódicos y revistas que supervisan las noticias, pero lo que no logro entender y me pregunto es por qué nuestro alarmado presidente utiliza un tuit para mandar condolencias, indignarse ante la guerra, solidarizarse con Palestina o enviar cartas de amor anunciando que necesita pensar. No lo entiendo.
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