Mala combinación, está claro. Dos sintomatologías que pueden coexistir, sí, pero no se llevan del todo bien. Como la inteligencia y la soberbia. Y es que viendo últimamente comportamientos de distintas personas públicas, y a veces míos propios, he estado pensando en su incompatibilidad. Comprar ... la buena opinión de un soberbio es tan barato como lanzarle un piropo, una lisonja. Y así, es difícil ejercer la inteligencia, porque esta, como tal, busca la verdad. Es independiente de las opiniones y, sobre todo, no se fía de sí misma. Además, es esta una virtud discreta. Pero a un soberbio le cuesta demasiado no mostrar sus cartas si cree que son buenas. Aunque su inteligencia le permita jugarlas bien, mostrarlas hará su listeza ineficiente.

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Por otro lado, el soberbio no escucha. Y eso provoca que no pueda alimentar su intelecto con lo que le aportarían los demás… porque no le interesa lo que tengan que aportarle. Y tiene el efecto colateral de que (1) si le gusta que le escuchen y (2) le gusta que le lancen piropos, acabará por rodearse de gente apocada y zalamera. Con lo bonita que es la amistad cuando te calza una corrección que parece un tortazo. ¡Si te están encerando todo el día, brillas solo por fuera!

Por último, la inteligencia es una virtud 'insaciable'. Necesita estar nutriéndose de lo bueno que los demás o la realidad tengan que aportarle. Si a los demás no se les escucha y la realidad se matiza para cambiar su percepción, no podrá alimentarse de ellas: y la inteligencia que no crece, mengua.

En definitiva -y tomo nota yo el primero-, la soberbia puede convivir con la inteligencia, sí… pero la haría asintomática.

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