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Un diagnóstico aciago

Un diagnóstico aciago

Guerra augura lo contrario del futuro fascinante que ofrece el sanchismo

Jueves, 19 de noviembre 2020, 00:05

Al día siguiente del rechazo de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos con ayuda de los votos de Bildu, Sánchez no hizo declaraciones. Pero una imagen vale mil palabras. Se fue a Pamplona a retratarse con Chivite, presidenta gracias a su pacto con ... Bildu y a punto de sacar por segundo año sus Presupuestos gracias al acuerdo con Euskal Herría Bildu. No hacían falta declaraciones ni ruedas de prensa. El medio fue el mensaje. El mensaje era bendecir y avalar los pactos políticos o presupuestarios que se construyan gracias a lo que fue el brazo político de ETA. Es decir, su propio pacto con Otegi para reforzar el bloque de la investidura que le permite seguir en el poder. Otegi nunca ha condenado el terrorismo. Ni lo hará. Más de un año antes de que ETA anunciase que dejaba las pistolas, un infiltrado del CNI le contaba a uno de sus contactos que la negociación con Zapatero para dejar de matar tenía dos condiciones: Una, «el pasado, ni tocar»; dos, «lo dejamos todos juntos, sin escisiones». El pasado, ni tocar. Una de las claves de la negociación. Curiosamente lo único que dijo Sánchez en Pamplona después de bendecir a Chivite y su política de amnesia fue: «España dice, por fin, adiós al pasado y abre la puerta al futuro».

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