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En 'No me acuerdo de nada' (Asteroide), de Nora Ephron, hay un capítulo titulado 'Veinticinco cosas por las que la gente tiene una capacidad desconcertante para sorprenderse continuamente'. Una es «Todo el mundo miente», y otra: «El motivo por el que es importante tener un ... presidente demócrata es el Tribunal Supremo». Ahí está el TS americano con el aborto, diciendo que la Constitución no otorga «ese derecho». Deja que los Estados prohíban o permitan. Más allá de lo que se creía establecido con la sentencia Roe vs. Wade, el aborto no es un derecho, como tampoco lo es tener hijos. Pero además de vestirnos de caperucitas de 'El cuento de la criada' (todavía funcionan nuestras tarjetas de crédito), convienen estas hostias para darse cuenta de que ni los derechos ni las libertades son irreversibles. Y cualquiera sabe, como sabía Simone Veil, que no se trata de no permitir el aborto, sino de no permitirlo de manera segura e igual para todas.
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