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Algunos memos señalan ahora con el dedo tieso a quien lleva mascarilla no sé dónde (en un sitio donde no es obligatorio). Dar por saco nos separa de los animales. Y nos acerca. Me queda lejos el llamado 'síndrome de cara vacía' («¿o es vaciada?», ... se preguntó el otro día Emma García uniéndose a los que quieren remedar a Sergio del Molino también en esto). No tengo granos adolescentes, solo años y flacidez que la mascarilla, todo hay que decirlo, tapa muy bien.
Una chica le dijo a otra mucho antes de la pandemia: «A lo mejor no te acuerdas de mí porque me he hecho unos retoques en la cara». «¿Y cómo eras antes?», le preguntó. Con la mascarilla tampoco hemos cambiado tanto. La policía de la mascarilla ha variado. De señalar a los que no la llevaban a señalar a los que la llevan. Es tan gracioso y ridículo como eso que siempre cuento de aquel viejo comunista que en los años 90 dijo a un amigo periodista: «Ayer te vi entrar en El Corte Inglés».
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