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Una vez al mes hago un pedido grande de supermercado a una multinacional que se llama como el zombi de una vieja película de Jacques Tourneur. El pedido se compone de artículos que pesan: latas, agua, leche (mucha), cervezas, aceite…, que de este modo evito ... cargar hasta mi cuarto piso sin ascensor (bastante tengo ya con la ascensión de mi propio peso). Suelen venir dos repartidores, que suben las cajas con esfuerzo. Que no haya ascensor me da apuro y les doy una propina que nunca me parece suficiente para tantos kilos y tantas escaleras.
El último pedido, hace unos días, se retrasó un poco y me llamó el repartidor para pedir disculpas y decirme que llegaba enseguida; que era nuevo, estaba solo y había tenido que aparcar algo lejos. Le dije que no se preocupara por la hora, que lo que me parecía mal, por él, era que lo dejaran solo con un pedido tan pesado y mis escaleras. Me dijo que ya, pero que así lo habían mandado a la calle. Vino a los pocos minutos. Era un hombre joven y educado que tuvo que hacer tres subidas desde el portal al cuarto piso.
Al día siguiente, me llamó una empleada de la firma, creo que era la misma de alguna otra vez, para preguntarme si el pedido se había entregado bien y estaba todo. Le respondí que sí en cuanto al pedido, que lo que no me parecía adecuado era lo del solitario repartidor. Y ahí apareció lo que da título a la columna, lo que se barre, se esconde debajo de la alfombra y quizá mucha gente evita mirar o no se plantea levantar el borde para saber lo que tapa. La empleada me dijo que eso no era responsabilidad de ellos porque los repartos los hacían empresas subcontratadas. Le opuse que me sorprendía que no se sintieran responsables del funcionamiento de los eslabones de su cadena, ya que su imagen de marca abarcaba todo ello. Y que la que daba al cliente, o sea yo, lo que le refería, era mala por desconsideración a un trabajador, que a esos efectos prácticos me daba igual por quién estuviera contratado. Me dijo que transmitiría a su jefe mi comentario.
Concluí aclarándole que no era un comentario, sino una queja, y que si se repetía algo parecido dejaría de ser cliente. Y que quizá con esas consecuencias se replantearan hasta dónde llega su responsabilidad con empresas subcontratadas, ante las que su firma se lava las manos y no le interesa saber si explotan a sus trabajadores obligándoles a esfuerzos desmedidos para ahorrarse dinero en personal. Y que si lo único que les preocupa es que el pedido llegue a la hora y que incluya todos los productos, para mí no es suficiente. Espero que para otras personas, tampoco.
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