Me han escrito del gimnasio dándome las gracias por todo y diciéndome que pese a lo que ha subido el IPC no me van a subir la cuota. Julio, no he ido al gimnasio desde antes del confinamiento. Pero pagarlo, lo pago. Me siento mecenas ... de gimnasio. Como un Sackler dando el nombre a un ala del Metropolitan Museum. Y sin temor a que me la quiten por haberme hecho riquísima con los opiáceos. No sé, podían dar mi nombre a una máquina de remo. Por supuesto, uno de mis propósitos de año nuevo, además de comer más despacio, es volver al gimnasio. Pero habrá que esperar a que amaine la plaga y he oído (no a Paz Padilla) que será en primavera. Cielos. Poco a poco. Me di cuenta el otro día (cosa de la edad provecta) de que no era capaz de mantener el equilibrio sobre una pierna con los ojos cerrados. El primer propósito lo estoy cumpliendo. Ya aguanto contar hasta 50. Reinas, quedaos con vuestros envidiables brazos. A mí con el equilibrio me sobra.
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