La desfachatez no es territorio vaquero ni exclusivo de Pedro Sánchez o de, no sé, Montero la Grande. Exagerar (a veces mentir) y llamar la atención es propio de cualquier político. No es que consideren a la gente idiota, que también, es que hablan para ... su parroquia. Si no hay adhesión total por parte de esa parroquia, hay desprecio por el contrario y, en cualquier caso, siempre se recurre al clásico «es un hijo de puta pero es nuestro hijo de puta». Y pónganle si quieren el género femenino. Pero, por Dios santo, no como Sánchez diciendo soldados y soldadas, que las soldados están horrorizadas.
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Ayuso sabe que provoca al contrario y gusta a los suyos pidiendo que los 20.000 millones para políticas de igualdad vayan a las familias españolas. Oye, que también tienen mujeres. Y luego llega el moderado Feijóo y grita que el Gobierno se está forrando con la subida de la luz y el combustible. Hombre. Caretas fuera. Las mascarillas, más adelante.
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