![Cadena de cobro](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202106/27/media/cortadas/bas27-kv9B-U140846750415ObG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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En 'Lloviendo piedras' (1993), de Ken Loach, un pobre hombre en paro se endeuda con un prestamista para poder pagar el vestido para la primera comunión de su hija y hacer una pequeña celebración. La deuda la compra un 'gangster' de baja monta que aterroriza ... a la mujer y a la niña. Pero el pobre hombre resulta que no lo es tanto, tiene agallas y el matón recibe su merecido en una contundente secuencia en un garaje. El hombre rompe el cristal delantero del coche del 'gangster', que acelera a ciegas y se estampa contra una columna de hormigón.
Me he acordado del argumento de 'Lloviendo piedras' por un pequeño asunto latoso con el que han vuelto a molestarme. Cambié de compañía telefónica y conexión para internet en febrero de 2019 y con todas las facturas pagadas con la anterior. Meses después recibí una carta de esta, reclamando una deuda de 273 euros sin especificar de qué; pensé que era una carta falsa. Después se dirigió a mí, también por escrito, una firma fantasmagórica dedicada al oscuro escalafón laboral de cobro de deudas (existentes o no) de terceros. Llamé al teléfono que incluían para pedir explicaciones; no lo cogían. Escribí a su email y no contestaron (miré en internet y estaba lleno de quejas contra esa dudosa empresa, y otras similares, por casos parecidos al mío). Con repetidas misivas me amenazaron con que si no pagaba iban a incluirme en el fichero Asnef de morosos. Mi sorpresa fue que, sin necesidad de demostrar nada, así lo hicieron y fui incluido.
No le di ninguna importancia hasta que pedí a mi banco, como había gestionado alguna otra vez con una simple llamada, la división en varios meses de un cargo cuantioso con tarjeta de crédito. Mi banco, en el que no he tenido números rojos ni he devuelto un recibo, me dijo que no podían hacerlo por estar yo en esa lista. Me quedé perplejo y me vi víctima de un procedimiento automático y arbitrario ante el que me sentí indefenso.
De nuevo, los sicarios del cobro (puede que sean otros) han vuelto a la carga, ahora por teléfono. He recibido dos llamadas de distintas mujeres reclamando el pago. Por primera vez, han accedido a mandarme las facturas de la compañía, cuyo concepto es internet y datos. Lo injustificable es que son de meses posteriores a que dejé de ser cliente y nunca se intentaron cobrar por el banco en la cuenta domiciliada. Quizá los que intentaron cobrar en su día les han pasado la indebida reclamación a otros, aún más de lance, que prueban suerte por si cuela. Qué irregular asuntillo y qué malo es para el ciudadano que entidades como las citadas puedan tomar medidas sin comprobaciones.
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