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La bravura

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Los personajes como Trump no son una anomalía sino un patrón clonable

Viernes, 8 de enero 2021, 23:35

Como ustedes saben, en octubre de 1922 Benito Mussolini promovió una marcha sobre Roma para hacerse por las bravas con el poder. Tuvo éxito. El miércoles, otro fanfarrón, Donald Trump, alentó, desde su acumulación de histriónicas pataletas de perdedor agraviado, el asalto al Capitolio. A ... su manera, también tuvo éxito: ofreció al mundo la imagen de la barbarie disfrazada de legitimidad democrática. Al fin y al cabo, ese fomento de la barbarie ha sido el ruido de fondo de su mandato: una superpotencia en manos de un demente. Demasiado poco ha pasado, aun habiendo pasado mucho: la polarización fanatizada de un país de por sí polarizado. Tanto Mussolini como Trump contaron con el cerrilismo violento de sus seguidores, representantes de ese cupo de bestialidad ideológica del que no consigue librarse ninguna civilización. Para desarrollar su megalomanía, el megalómano necesita, en fin, el apoyo irracional de los serviles, que jamás dudan de sus razones: es la ventaja del pensamiento que no necesita pensarse a sí mismo.

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