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La chusma plebeya siempre ha fantaseado con las corrupciones del poder. Desde la edad del hierro. Lo malo es que ahora se conocen al detalle. Nombres, lugares, fechas: todo se sabe y se publica en alta resolución. Y, acto seguido, se desdibuja y pasa. Y ... pronto se diluye en el turbio fluir. Porque el espectáculo debe continuar.
Si algo vi en la entrevista de Gonzo a Alberto Rodríguez es la facilidad con que se cargaron a ese tipo. Sin contemplaciones, vamos. Sin mucho disimulo. ¿Eso se puede hacer?, pregunta uno en el bar. Parece que sí, digo yo. Se habla de la independencia de los jueces. Se alude a ella con dicción engolada. Pero nadie se la cree. Independencia, qué palabra. Algo significará ya que tanto se invoca en vano, dice la camarera que me trae el café. Mira la votación. Decían que había que taparse las narices para elegir a los jefes marcados. Hace nada, el consejero de Justicia de la Comunidad de Madrid lo expresó sin rodeos: «El PP tiene el apoyo de la mayoría de la carrera judicial», dijo. Si te gusta creer que lo ignorabas, tú sabrás. Pero para ellos es lo natural. ¿Cómo te lo vas a tomar? Yo, con hielo.
Casualmente, el mismo día que se celebraba la importante votación de esos superjueces, me regalaron un ejemplar de 'Intrigas y poder en el Vaticano', de Vicens Lozano. E inmediatamente me acordé, claro, del impactante 'Sodoma, poder y escándalo en el Vaticano', de Frédéric Martel que se publicó hace unos dos años. El escándalo, la intriga, la corrupción siempre han estado ahí. Ya sabes dónde. La plebe siempre ha hecho coplas con eso. Entremeses. Todo era un poco supuesto y velado. Y picante. Y envuelto en una atmósfera de farsa literaria que muchas veces resultaba cándida de puro sarcástica y otras viceversa. Pero ahora no es que se rumoree o se sospeche. No es que se hagan rimas o chistes. Es que se sabe y se ve y se cuenta al detalle. Te enteras hasta de lo que no quieres.
Mira lo del emérito. A mí ya es que me da hasta vergüenza ajena que me lo cuenten todo tan al detalle. Los nombres de las queridas, los chascarrillos humillantes, lo de la pasta. Y en ese instante anuncian una nueva serie sobre el 'caso Levinsky'. No la quiero ver. Y en el telediario vuelven a hablar de la familia Pujol y de lo nuevo de la Gurtel: nuevas confesiones, nuevas implicaciones. Qué saturación implacable. Nos desmoralizan por aplastamiento. Porque tú que perteneces a la chusma plebeya, ¿cómo te tomas todo eso? ¿Con bicarbonato? El poder ha sido desenmascarado y eso ya no tiene vuelta atrás. Nunca más seremos inocentes. Ni podremos alegar ignorancia. Y respecto a creer o confiar, ¿en qué?
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