La mayor chulería de Novak Djokovic ha sido caminar por el aeropuerto de Melbourne (de salida) sin un apechusque encima. Lo dice una mujer sin bolso. Lo imprescindible me cabe en los bolsillos. Esa libertad la puedo ejercer. Como Merkel mientras era canciller. Madeleine Albright ... daba el suyo a un asistente porque así podía llegar a los sitios «balanceando los brazos como un hombre». En los aeropuertos no puedo ejercer esa libertad. Una tiene que escribir y llevar ordenador, iPad, batería, micrófono. Ya saben que en los aeropuertos, en los paritorios y en las peluquerías se pierden los derechos civiles. Pero, además de esos derechos perdidos y esas incomodidades que ya asumo, pierdo el de no llevar todo eso encima (¡y sacarlo!). Claro que no soy una porteadora en las fronteras con Marruecos. Pero envidio a Djokovic y poder balancear los brazos como un hombre. Al menos un pasaporte covid pesa lo que el móvil. Cómo no voy a estar a favor.
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