Es sencillo ser feliz

El otro día tuve la suerte de acudir al preestreno de la película 'Una vida no tan simple'. Muy recomendable. Muy divertida. Y muy honesta. Es este último un calificativo extraño, quizá, para una película. Honesta. Pero es lo que es. Los protagonistas se enfrentan a esa crisis de mediana edad en la que le das la vuelta al jamón y valoras más lo perdido y lo que desearías que lo que tienes. Lo que tienes hoy y ahora. El arte tiene una manera mágica de hacer reflexionar con más facilidad que mil textos o conferencias de autoayuda. Por eso siempre digo que contar historias no es solo un pasatiempo: es un arte que moldea conciencias. Que puede hacer mejor el mundo cuando nos hace comprender mensajes como este: que para ser más feliz hay que ser más sencillo. Y que a veces, es difícil serlo, porque supone renunciar a lo que vemos en el jardín de al lado para contentarse con el propio. Supone renunciar a los fuegos artificiales, altos, engreídos, inalcanzables; y deleitarse con la brasa incandescente de nuestro hogar. Más humilde, pero de más calor. Más real. La felicidad, por tanto, quizá tenga más que ver con una decisión que con una búsqueda o con unas circunstancias.

De todos modos, esto lo escribe alguien que no siempre encuentra la felicidad. Pero que, en teoría, sabe perfectamente dónde está.