El otro día oí a alguien azorado reconocer que iba al psicólogo. Como si fuera un estigma. Parece que si vas estás como una puñetera cabra. Yo lo estoy. ¿Y quién no hoy en día? Creo que esta ciencia hace ya muchos años determinó que ... no solo podía intentar curar a los que están mal: también ayudar a quienes quieren estar mejor. De igual modo que aunque sé nadar me gusta tener un entrenador que me corrija, se puede ir al psicólogo para mejorar. Y qué es más importante, ¿bajar unos segundos en los 100 metros a crol, o saber cómo lograr que las adversidades me afecten menos?

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El cerebro es un músculo y también se ejercita. Seligman decía que el hallazgo más importante de la Psicología es que «los individuos pueden elegir su forma de pensar». Eso es muy fuerte. Los buenos psicólogos hablan de «salir de uno mismo». No me gusta cuando te dicen que hagas lo que te pida el cuerpo: «piensa primero en ti». Creo que eso provoca más egocentrismo, y no hay nada que nos enquiste más que encerrarnos en nosotros mismos. Cuando sales de ti, de pronto tus preocupaciones no te preocupan. Decía este psicólogo que está probado que «hacer el bien a los demás produce el mayor aumento de bienestar». Pero nunca hay que dejar de practicar (el optimismo se entrena con trabajo conductual) porque es como la dieta: cuando dejas de hacerla vuelves a ganar peso.

He leído mucho de Psicología y no sé aplicarla: solo mejoro cuando alguien me ayuda a practicar lo que 'sé'. Cuando lo que sabe mi cabeza… se lo cree también mi corazón. Porque lo que pensamos se convierte rápidamente en creencia. Así que más vale pensar bien. Y para eso están los 'entrenadores'.

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