¿Importante? ¿O solo urgente?

Estamos en un mundo en el que la inmediatez es una de las nuevas drogas. Se da por supuesto que hemos de dar respuesta inmediata a todo. Hay carestía de concentración. Carestía de dedicarnos a una sola cosa hasta hacerla bien hecha. Porque la inmediatez exigida interrumpe. La interrupción resta concentración. Y lo que no concentra, descentra.

Escuché el otro día en una serie una frase genial: «Tienes la capacidad de hacer que tu problema siempre parezca el más importante». Y quizá eso nos pasa a todos. Porque emitimos mensajes, pedimos respuestas y buscamos reacciones, cuando no sabemos si el receptor tiene un problema mayor o más urgente que el nuestro.

Es curioso que nos quejamos por igual de que alguien no nos conteste como de que alguien nos exija una respuesta. «Pero este de qué va…». Como curioso también resulta que todos hablemos de curar algo que nos empeñamos en enfermar. Porque mucho 'mindfulness', pero luego exigimos (y ofrecemos, que a veces es peor) inmediatez y urgencia.

Entiéndanme. Tengo intolerancia a lo no ejecutivo. No se trata de 'matar el tiempo'. Pero tampoco de que el tiempo nos acabe matando. Ya dije una vez que la vida es, de suyo, una enfermedad terminal. La más implacable. La más bella, pero la más feroz. No aceleremos su proceso. Vivamos la vida, para que la vida no nos pase por encima.