Al César lo que es del César. Cuando alguien hace las cosas bien, justo es reconocerlo. El festival de cine de San Sebastián ya lleva 71 años haciéndolo de maravilla. Más allá de las polémicas que puedan acompañarnos cada año (todas las fiestas que se ... precien tienen las suyas), sigue siendo una cita marcada en el calendario cultural a nivel mundial. Y eso, queridos lectores, es cosa seria.

Publicidad

Es curioso cómo una ciudad que está a medio camino entre pueblo costero y capital de elegante aire francés logra convertirse durante unos días, con tanta sencillez como alboroto, en el foco al que iluminan las rutilantes estrellas del Hollywood americano y del cine europeo.

No es fácil montar un evento así y que tenga éxito. Que todos hemos intentado montar una fiesta… Al final, si quieres dar glamour a una celebración tienes que asegurarte de que acudan invitados glamourosos. Y esos no van a cualquier sitio. San Sebastián ha conseguido hacer lo más importante para un festival así: que a todos les apetezca ir. Las estrellas se dejan embelesar por alguno de sus cinco sentidos, para quedarse prendados de por vida: bien sea por el gusto y el olfato, de los que se ocupa su gastronomía; por la vista o el oído, que nunca olvidarán la brillante imagen de La Concha y el tronar de sus olas lamiendo las costas donostiarras; o por el más sutil e inaccesible sentido del tacto. El tacto con el que allí cuidan todo detalle.

Así, solo queda disfrutar un año más de esos largos vestidos y elegantes (u horteras) chaqués que se bajan de coches negros ante el Teatro Victoria Eugenia. O de esos miles de flashes que inundan la salida de cada famosillo de Hotel María Cristina. Solo queda disfrutar del cine.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad