Elecciones, a falta de circo

Quizá la razón de la convocatoria ha sido convenida entre los contendientes de los distintos partidos con posibilidades de ganar. Y quizá responde a una reflexión egoísta pero legítima: «Si no gano, al menos tengo veranito libre… y se lo jorobo a la oposición». Porque a nosotros nos fastidiará ir a votar, pero al que gane las elecciones le han chafado agosto. Qué disgusto.

Es una pena que a la zozobra del previo (del quién ganará) le seguirá una peli que ya hemos visto. Los primeros 100 días de los gobiernos que hasta ahora ha tenido España, fueran del bando que fueran, siempre han consistido en lo mismo: en derogar lo que hizo el anterior. O si son los que ya estaban, en reformular a la baja las promesas de la campaña. «Bueno, cuando dije esto, quería decir…». ¿Se imaginan que aprobasen medidas con vocación de eternidad, sin oportunismo político, que 'sirvieran' de verdad? Yo tampoco.

Siempre se dice la frase de que «para entrar en política hay que 'servir'». Siempre se ha interpretado en el sentido de que, para entrar ahí, hay que tener cierto higadillo. Pero yo la interpreto entendiendo que para dedicarte a algo que debería ser vocacional (y aun así, estar mejor pagado, si queremos atraer talento), hay que 'servir': estar dispuesto a ponerse al servicio de los demás. En definitiva, para servir, servir. Ojalá.