Colón sin Cristiano
Furgón de cola ·
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Furgón de cola ·
La manifestación contra los indultos del Gobierno a los presos del 'procés' se salda sin fotosAyer hubo manifestación en Colón, pero no hubo foto de Colón. La diferencia es, al parecer, muy importante. Pero no tiene la menor importancia. La política española facilita estos prodigios. Primero organizas una trifulca complicadísima a cuenta del matiz y luego ya te lías a ... garrotazos y lo destrozas todo. Y eso que ayer la repetición de la foto de Colón no era tanto inconveniente como imposible. De eso nos dimos cuenta los dos o tres sentimentales que quedamos. Faltaba Cristiano Brown: el último y desconocido dirigente de UPyD que, en la manifestación original, metió el culo y el codo como Charles Barkley y terminó ganándole la posición a Javier Maroto para colocarse entre Casado y Abascal. Cristiano Brown sonriendo en aquella foto para la historia. Fue hace un millón de años. En 2019.
Ayer los líderes del PP, Vox y Ciudadanos evitaron coincidir. Por lo de la ultraderecha y eso. Pero quizá también porque echaban de menos a Cristiano Brown, que ya no tiene partido pero sigue teniendo nombre de gran avenida bonaerense. La manifestación fue un gran éxito según los convocantes y un pinchazo, al tiempo que una vergüenza, según los interpelados por la convocatoria, o sea, el Gobierno que tiene los indultos a los presos del 'procés' a puntito de llegar al Consejo de Ministros. A ese respecto, Isabel Díaz Ayuso preguntó ayer camino de Colón si el Rey va a ser «cómplice» de los indultos. Como si la opción buena fuese que el Jefe del Estado ignorase su deber constitucional y operase como un tertuliano más. Es raro, la verdad, lo de la presidenta de Madrid. Me refiero a eso de que sea un gigante político cuando por lo pronto es una de esas personas que expone a quien la escucha al vértigo particularísimo del alipori. Lo pasa uno mal viendo cómo Ayuso avanza insegura por su propio pensamiento y cómo en ese bosque misterioso todo parecen ser trampas en las que ella misma va a caer.
Por lo demás, al no haber políticos en el estrado, ayer no quedaba otro remedio que fijarse más en la manifestación propiamente dicha. Y, bueno, la manifestación contra los indultos al independentismo catalán se parecía bastante a una 'Diada', con su gente airada y pintoresca, sus banderas omnipresentes y sus periodistas acogotados por corrillos repletos de razón histórica, superioridad moral e hiperventilación.
Podemos
Los militantes se ganan el cielo. Sobre todo, los que no se ganan antes el cargo. Los de Podemos, por ejemplo. Viendo que las plazas de toros les incitaban a la matanza interna, el partido los convocó a la Asamblea Ciudadana en un auditorio al aire de Alcorcón: una explanada sin sombra en la que se alcanzaban temperaturas locas. Las imágenes eran terribles. Toda esa gente con las sombrillas, peleando contra la lipotimia y el pampurrio. O Lilith Vestrynge invocando a la república con la energía de quien avisa de que es hipotenso y se desmaya. Antes que a Pablo Iglesias, en Vistalegre 4 se echó de menos a Lawrence de Arabia. Para que guiase a la gente hasta un oasis. La noticia es que Ione Belarra se pone al frente de un partido que explotaba como ninguno la emoción y nació para vencer a la casta. Hoy parecen tener bastante con empatarle a la melancolía. La única emoción que se advertía en Alcorcón era la mezcla culpable, confusa y exhausta que queda en la campa del festival la mañana siguiente al gran concierto.
Perú
La democracia es en gran medida el traspaso pacífico y ordenado del poder. Por eso ninguna de entre todas las barbaridades de Donald Trump fue equiparable a la denuncia de fraude electoral que terminó con el asalto al Capitolio. Si eso ocurrió en la democracia más antigua y se supone que consolidada del mundo, qué no podrá ocurrir en el resto del planeta en una época que soporta la paradoja endemoniada de que la información viaja a la misma velocidad que la desinformación. A ese respecto, lo de Perú pinta mal, cada vez peor. El resultado favorable a Pedro Castillo es muy ajustado y la candidata Keiko Fujimori tardó un segundo en hablar de fraude. Olvidando lo del orden y la paz, ambos candidatos han sacado a su gente a la calle. Por lo que pueda pasar. Son dos candidatos tranquilizadores. A Fujimori le persigue la Fiscalía por una especie de corrupción endémica suya, lo que nunca ayuda a pensar que su interés por el poder sea altruista. Y Castillo tiene ideas buenísimas, como equiparar las patrullas vecinales que atrapan y apalean ladrones con la Policía. A favor de Castillo, hay que decir que su sombrero chotano o bambarquino sí es muy pintón.
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