Cocinas mixtas

¿Que es al revés? Imposible. Yo acepto a regañadientes la hipótesis de que el hombre vasco no limpie la casa o planche la ropa, la de que no se ocupe de sus hijos o ni siquiera recuerde el nombre y las características de cada uno de ellos, pero no puedo aceptar que el hombre vasco deba cocinar. ¡Pero si no hace otra cosa! Y lo hace de un modo masivo y constante, a diario y en las grandes ocasiones, siempre, eso sí, en soledad. ¿Por qué? Pues porque cree que sus técnicas requieren la máxima concentración mientras sus recetas incluyen secretos que requieren confidencialidad. Para cocinar con fundamento y fanatismo, el hombre vasco necesita alcanzar un estado de conciencia que le permita sintonizar con lo ancestral y también liberar la vibración del alma que antecede a la vanguardia. Eso explica que el hombre vasco cocine aislado, transformando la cocina en una combinación de celda eremítica y sala de cirugía neuroquirúrgica, sin admitir más compañía que la ocasional de algún vídeo que se reproduce en el teléfono y en el que otro hombre vasco, y por tanto solo en su cocina -generalmente Arguiñano o David de Jorge-, dice cosas sobre el marmitako.

En resumen, ayer el consejero Arriola tuvo un sueño. Uno en el que los hombres vascos dejan que el resto de la familia entre en la cocina, utilice los cuchillos aunque no sepa hacerlo, altere la estiba perfecta del cajón de las sartenes y cometa sacrilegios como ponerle tomate a la salsa vizcaína. Otra cosa es lo que pueda pasar cuando comiencen a aparecer rayones en el fondo de las cazuelas buenas. ¿Lo habrá valorado Lakua? Son las tormentas inesperadas de la historia las que hacen caer imperios.

El presidente del Instituto Nacional de Estadística dimite antes de que le cesen porque sus previsiones insistían en ser menos optimistas que las del Gobierno. Madre mía. Como si el INE no fuese un organismo autónomo e independiente, sino el Ministerio de Estadística. Desde ya, claro, los próximos datos del INE están bajo sospecha. El caso recuerda el prestigio dilapidado del Centro de Investigaciones Sociológicas, organismo cuyo director, quizá para desmentir las acusaciones de partidismo, acaba de publicar una biografía del presidente del Gobierno. En ella, José Félix Tezanos no solo escribe 'ulteriormente' pudiendo escribir 'después', sino que describe a un Pedro Sánchez de catorce años yendo tras una caída por sus propios medios al hospital («No lo dudó») para que le escayolasen un brazo sin tener que causarles a sus padres «molestias y complicaciones». Y eso en el primer capítulo. Imagínense los ulteriores.

Ayer supimos que en la Sala de Delegados de la cumbre de la OTAN se ha colocado una reproducción enorme de 'El abrazo' de Genovés. Pues ojalá sea todo en ese plan y en los ascensores suene de fondo 'Cuervo ingenuo'. Los delegados españoles canturreando: tú decir que si te votan, tú sacarnos de la OTAN. Por lo demás, Biden llegó bien. Y vimos su coche presidencial acorazado. Obama subió a Jerry Seinfield en 'La Bestia' y le explicó cuáles eran los dos mejores extras del coche: calefacción bajo los asientos y poder llamar a un submarino nuclear.