El cobarde
Lance Armstrong ·
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Lance Armstrong ·
Al ciclista tejano, que dice que no se arrepiente de lo que hizo, le faltó valor para no doparseLance Armstrong ha hecho unas declaraciones muy interesantes a la cadena estadounidense NBC coincidiendo con el comienzo del Tour. De sus palabras, me he quedado con dos cosas. La primera es su arrogancia, que permanece intacta con el paso del tiempo. Supongo que hay cosas ... que no se quitan nunca. Asegura el tejano que no se arrepiente en absoluto de lo que hizo y su justificación le retrata. «Hicimos lo que teníamos que hacer para ganar. No era legal, pero no cambiaría nada pese a que he perdido mucho dinero y he pasado de héroe a la nada. No cambiaría nada de la forma en la que he actuado. Quiero decir que lo volvería a hacer», afirmó. ¿Se daba cuenta Armstrong de que con ese discurso no sólo se estaba justificando malamente a sí mismo sino que estaba explicando de la mejor manera posible lo que podríamos llamar las raíces morales del dopaje? Porque de eso se trata, efectivamente, de hacer todo lo posible para ganar con independencia de que sea legal o ilegal, justo o injusto, noble o ruin.
Otro momento muy llamativo de la entrevista fue cuando el tejano aseguró que él y su equipo, el US Postal, habrían ganado el Tour si todo el pelotón hubiese competido de forma limpia. «Fuimos los que trabajamos más duro, los que teníamos las mejores tácticas, el mejor equipo, el mejor director, la mejor bicicleta y tecnología. Hicimos todo eso y no se puede borrar. Todo eso sucedió», recordó.
La verdad es que entiendo a Armstrong. Quiero decir que comprendo el personaje en que se ha convertido, su enorme frustración, la íntima humillación de esa mancha que le quedará dentro de por vida, imborrable como un estigma. No se trata sólo de que le hayan quitado los siete Tours y su figura haya quedado instalada para siempre en el lado oscuro de la historia del deporte. Ni tampoco que haya perdido mucho dinero, algo que a él le importa muchísimo. Lo peor, la espina que tendrá clavada para siempre y nunca reconocerá en público, es que, en el fondo, sabe que fue un cobarde que hizo trampas presuponiendo que todos los demás también las hacían. Y que por ello nunca sabrá lo que podría haber hecho de haber sido un valiente.
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