Clase magistral

Intervenir la realidad sin violentarla, colarse en las vidas de sus personajes con discreción y estructurar la experiencia a través de un montaje tan imaginativo como cerebral pero siempre abierto a la posibilidad del azar. Con 71 años, y 34 obras a sus espalda, Agnès Varda reseteó la fórmula que aplicó durante el rodaje de su primer corto, 'Du côté de la côte', un acto de amor puro hacia el lenguaje guiado por la intuición y los consejos de su buen amigo Alain Resnais, con el que formó un grupo conocido como Rive Gauche, ligeramente más escorado hacia la intelectualidad y lo ensayístico que el de sus colegas de la Nouvelle Vague: «Inspirarse, crear y compartir» es el lema que cuelga sobre el frontispicio de una impresionante filmografía que su autora desgrana con naturalidad y sencillez, como quien recupera pasajes, caras y lugares de un álbum familiar en el que el gran amor de su vida ocupa un lugar de privilegio.

El compromiso político de Varda, producto de una conciencia que repica en la lectura de toda su obra, queda de manifiesto en un repaso acelerado por algunas de sus películas radiografiadas a modo de making off diferido y emocional que, si sabe, a poco es porque el carisma de su locutora es inagotable.