Un cierto calor
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A cuarenta grados, Bizkaia bordea su punto de cocciónSecciones
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A cuarenta grados, Bizkaia bordea su punto de cocciónNi siquiera a sus setenta y cinco años transigía el Doctor Johnson con la idea de que el tiempo atmosférico tuviese la menor importancia. «¡Qué bajo ha caído aquel cuyas fuerzas dependen del clima!», le escribió a su amigo Burney unos meses antes de morir. ... El mismo Burney cuenta cómo Johnson no recurría a la furia, como solía, sino al sarcasmo, cuando alguien llegaba con comentarios enfáticos sobre el tiempo. «Alto, alto, alto... ¿O sea que nos viene usted a informar de algo que solo puede ignorar quien esté preso o en el fondo de una mina?».
A lo largo de la 'Vida de Samuel Johnson' hay varios momentos en los que Boswell manifiesta su creencia de que el clima sí influye en el naturaleza de los hombres y se lleva el consiguiente rapapolvos. En una ocasión habla de un amigo que vive en España y disfruta tanto del buen tiempo que no desea regresar a Inglaterra. «¡Quiá!», le interrumpe el maestro. «¿Cómo puede usted decir una cosa así? ¿Qué tiene que ver el clima con la felicidad?».
Ayer, con treinta y tantos grados a la sombra, hubo que recurrir al Doctor Johnson como refrigerador neuronal, como un ventilador apuntando a las ideas. Me extrañó que no lo incluyese Osakidetza entre sus consejos ante la ola de calor. 1) Beba mucho líquido, pero que sea agua; descarte el coñac. 2) Vaya por la sombra, hombre. 3) Coma fruta y ensaladas ligeras: en serio, alubiadas no. 4) Lea a Samuel Johnson y aprenda la lección: el clima da absolutamente igual.
Yo seguí las indicaciones y la verdad es que me fue bien. No teniendo problemas de salud y no siendo un bebé, no trabajando asfaltando carreteras o en una forja, no sintiendo la necesidad de salir a las tres de la tarde a correr por las más inhóspitas explanadas, las olas de calor se sobrellevan. Otra cosa es que impresionen esas altas temperaturas y que el Ayuntamiento anuncie que coloca fuentes extras por las calles. Tienen siempre algo de zafarrancho estas ocasiones. También en lo tocante a la vida social: lo llenan todo de conversaciones sofocadas. Pueden apostar a que ayer no se habló menos del calor en Indautxu que en El Cairo. Es triste decirlo, pero se está leyendo poco al Doctor Johnson. Y sus libros sirven también para abanicarse. Por lo demás, calma. El asfalto no comienza a derretirse hasta los cincuenta grados. Todavía tenemos ahí un margen.
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