Día 11 de mayo, Euskadi, paso de la fase 0 a la 0,5. En Bilbao las calles han recobrado casi su aspecto normal con respecto a 58 días antes, cuando un real decreto encerró a la población en sus domicilios. La mayoría de los ... ciudadanos sin duda sentirá un alivio al poder respirar un poco de la libertad perdida por causa de un virus altamente infeccioso, al que distintos gobiernos en el mundo no quisieron dar importancia en su gravedad tras desoír los avisos de la Organización Mundial de la Salud del 30 de enero y de otros organismos internacionales y nacionales y centros de investigación como el CSIC y organizaciones colegiales de médicos, como fue el caso de España, alertando sobre las posibles consecuencias de una terrible epidemia.

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Es un virus nuevo y se desconocía todo de él. La información proveniente de China, conocida mundialmente su opacidad y represión a la disidencia, fue -y probablemente sigue siendo- incompleta. Pero ya se sabía que el coronavirus estaba empezando a circular en un mundo global. En Europa se expandió por Italia con inusitada rapidez y mortalidad alta por neumonía. En muchos centros hospitalarios, también en Euskadi, los profesionales médicos de diversas especialidades se extrañaban, meses antes de reconocerse el Covid-19, de los casos numerosos e inusuales que se observaban de neumonía bilateral. Es por lo que ahora se ha pedido por los organismos internacionales revisar aquellos casos de finales de 2019 y principios de 2020 que se confundieron con una gripe 'rara'.

En el inicio del siglo XXI, tantos años después de llegar el ser humano a la Luna, de conocer cada vez más sobre el Universo, la genética y el desarrollo y tratamientos de enfermedades crueles, como han sido y siguen siendo algunos tipos de cáncer, y tantos otros progresos científicos con sus magníficas aplicaciones en la tecnología aplicada también a la medicina y la cirugía, llega una pandemia y se ha tenido que actuar como en la Edad Media: apartamiento de los infectados, confinamiento, cuarentena. El virus nos ha hecho reconocer la fragilidad humana y también ¡cuánto nos falta conocer del mundo por medio de la ciencia!

Cuando se escucha de manera machacona que «se ha hecho en todo momento lo que dicen los expertos, se han seguido las indicaciones de los científicos», recuerdo que en nuestro país no existe ni ha existido nunca interés ni político ni social por la investigación científica. Quienes se dedican a ello es como en otras profesiones, por pura vocación y pasión por el conocimiento. Investigadores que llevan toda su vida trabajando en organismos públicos liderando proyectos de investigación como ahora el Covid-19, doctores de verdad, no 'fake', lo hacen con contratos temporales y ganando 2.000 euros, y 900 los becarios, en equipos carentes de personal y medios.

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Otro botón de muestra de la irrelevancia política de la ciencia: en plena pandemia se ha prohibido por el real decreto de alarma trabajar a los principales laboratorios científicos, cuando más urgente sería investigar a pleno rendimiento. Como hasta la fase 2 no podrán hacerlo, nuestros científicos en los principales laboratorios situados en Madrid y Barcelona, principalmente, siguen confinados en casa.

Las comparecencias diarias y del presidente los sábados y domingos para informar, que desde casi el principio dejaban ver que la información veraz no era su fuerte, y las ruedas de prensa censuradas comenzaron enseguida a soliviantar a periodistas y otros grupos y a muchos ciudadanos, que percibieron sólo una estrategia de marketing, además muy mal realizada, porque la credibilidad se perdía a chorros.

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Ahora las imágenes en diversas ciudades de personas agolpadas en la calle y los bares y también en Bilbao, aún en la fase 0,5, causan estupefacción y rabia. ¿Cuántas personas más será necesario que mueran en nuestro entorno, familiar incluso, y cuántas curadas deberán quedar con secuelas graves para ser conscientes del peligro que acecha a nuestras sociedades? ¿Cuántos sanitarios más tendrán que enfermar y morir por curar a los demás? Cuando llegue la ruina por las empresas cerradas y el aumento millonario del paro, ¿habrán llegado a concienciarse de su obligación de cuidarse y proteger a los demás esas personas jóvenes y viejas, mujeres embarazadas también sin mascarilla, de que esto no es una broma?

Ha faltado pedagogía por parte de las autoridades; recordemos: sólo se darían algunos casos en España. Las mascarillas primero no, luego altamente recomendables y al final serán obligatorias en todo lugar público. Fase 1 a estas comunidades, fase 0 a aquellas. No informar verazmente y faltar continuamente a la verdad escondiéndose en los científicos influye en el descrédito de estos y en la incredulidad sobre las alertas. Sólo se perciben como estrategias políticas. Que también pueden serlo.

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