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Vista de la manifestación independentista convocada por la ANC con motivo de la Diada del 11 de septiembre de 2018. efe
Nada que celebrar

Nada que celebrar

Jueves, 12 de septiembre 2019, 00:15

Degenerando. Así se ha llegado poco a poco a la conmemoración actual del 11 de setiembre en Cataluña desde que los gobernantes nacionalistas orillaron su política pragmática y su 'sentido de Estado' para convertirse al secesionismo e inventarse el 'procés'. Antes de que se declarase ... la Fiesta de los catalanes, en 1980, vía decreto a través del Parlamento autonómico, la 'Diada' había sido, desde la Transición democrática, un festejo conjunto. La referencia a la caída de la ciudad, en 1714, ante las tropas borbónicas de Felipe V quedaba para los anales de la historia. Los ciudadanos celebraban el 11 de setiembre sin plantearse ningún trasfondo partidista. Si la victoria o la derrota. Lo vivían como un festejo. Sin partidismos. Reclamando libertad, amnistía y estatuto de autonomía. El día de Cataluña. Y punto. Luego devino en conmemoraciones de unos contra otros. Cuando los constitucionalistas aguantaban, estoicamente, la ofrenda floral a Rafael de Casanova, ente insultos y abucheos. En la actualidad, los nacionalistas catalanes han utilizado las instituciones para violentar la normalidad constitucional, intentar organizar un Estado paralelo y envolverse en una bandera 'estelada' que ha ido sustituyendo progresivamente a la 'senyera'. Aquellos catalanes, pragmáticos y amables de los que se llegó a decir incluso que eran modélicos, se han reconvertido en independentistas que están gobernando forzando la clasificación de los ciudadanos en dos clases. Asfixiando a empresas y comercios que no se someten al adoctrinamiento nacionalista. La intención de la ANC de que los ayuntamientos catalanes sólo contraten los servicios de las empresas proindependentistas, aparte de la inmoralidad que supone una iniciativa totalitaria que anula la libertad de la competencia, revela su intención de excluir a la mitad de la ciudadanía. Es una forma de violentar la convivencia democrática. Son estos rupturistas los que organizan ahora la fiesta de unos sin otros.

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