Cualquiera que haya sido niño en el viejo mundo recordará que no era infrecuente, sobre todo en verano, acceder a alguna carabina más o menos oxidada escondida sin éxito en algún trastero familiar. El arma ejercía la inevitable atracción sobre la infancia y los adultos ... reaccionaban de un modo severísimo y distinto si te sorprendían con ella. En realidad, se estaban llevando un susto de muerte. Defenderte explicando que ni siquiera estaba cargada era invocar el refrán infalible y fascinante: «Las armas las carga el diablo».

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La frase es absurda y exacta. El diablo carga las armas. Por ejemplo, la pistola de fogueo que en el rodaje de una película mata a la directora de fotografía y hiere gravemente al director. Empuñando el arma en términos de ficción, un actor famoso, Alec Baldwin, que hace cuatro años se preguntaba en Twitter cómo se sentirá alguien que mata a un semejante por accidente. Lo hacía cuestionando la versión oficial de un suceso en el que un policía tiroteó a un sospechoso. El diablo se adapta a los tiempos y también carga las redes sociales para que regrese todo lo que debió olvidarse y hace daño.

Mientras se aclara lo ocurrido, aun se tarda un instante en recordar lo obvio: lo más probable es que Alec Baldwin sea la tercera víctima del suceso. Todo aconteció en el rodaje de un wéstern titulado 'Óxido', como el de la carabina del abuelo. Es curioso que, al pensar en el Far West, recordamos a los pistoleros de leyenda. Sin embargo, la naturaleza humana es como es y en el Oeste había tantos disparos accidentales, ridículos y funestos que en Estados Unidos hay historiadores ocupándose de los «accidentes melancólicos». Así llamaba la prensa a unas desgracias cotidianas y muy trágicas que solían suceder en privado, entre familiares y amigos, con niños de por medio. El diablo rizando el rizo. Al comienzo de la Guerra de Secesión, una carta al 'Western Reserve Chronicle' contaba cómo en el campamento del Séptimo Regimiento de Ohio un chico había matado a su mejor amigo al disparársele el arma mientras la limpiaba. El corresponsal pedía que los soldados rasos dejasen de usar pistolas. Por humanidad. Y por aritmética: «Por ahora, nuestros revólveres han conseguido matar a veinte de nuestros hombres y a un solo rebelde».

PRECIOS

Y subiendo

Íbamos a salir de la pandemia directos a los locos años veinte, pero todavía nos saltamos el charlestón y pasamos al Crack del 29 y las uvas de la ira. Seguro que las uvas también están carísimas. La subida de la electricidad encarece la producción y la crisis logística encarece la distribución. Conclusión: comienza a notarse en la cesta de la compra, que es el termómetro macroeconómico del ciudadano medio. Hay quien lee la situación en el índice Nasdaq y quien la lee en cien gramos de jamón de York. En la Asociación Vasca de Consumidores calculan que la subida de la cesta de la compra ronda ya el 12%. Sabemos por experiencia que el instinto natural del gobernante es en estos casos reaccionar asegurando que todo va de fábula. Pero se prevé que irá a peor y ya están aquí las navidades. Que el ciudadano se acuerde de ti cada día en el mercado: ahí tienen un problema que sí debería ocupar a un gobierno en sus cabales.

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GOBIERNO

Los anillos

Wanda Nara informa de su crisis con el futbolista Icardi a través de sus redes. Poniendo un post con una foto de un avión privado. Y luego una foto de su mano sin anillos. «Dios mío», te dices al atar cabos iconográficos. «Wanda se va de casa y rompe su matrimonio con Icardi». Ayer la ministra Belarra anunció en Twitter que Podemos solicita una reunión urgente con su socio gubernamental. Otra crisis de pareja. Pero faltan fotos. Si rompes en Twitter, hay que poner fotos chulas. Un clavel mustio sobre un libro de Monedero. Por dar ideas.

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