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Muchos espectadores conocimos a Javier Gómez Santander vestido como un caballero de la mesa cuadrada de los Monty Python mientras presentaba la información meteorológica de 'La Sexta Noticias'. Él confiesa que «solo quería ser periodista», pero un día le dijeron en la redacción «con lo ... raro que eres, ¿No quieres hacer una información del tiempo diferente?». Una década más tarde, el hombre del tiempo 'friki' hizo historia al ganar, junto al resto del equipo de 'La Casa de Papel', el galardón más cotizado de la industria de la televisión: el premio Emmy. La ficción era la primera de nuestro país en conseguirlo en la categoría de 'drama' -mención aparte para 'La Cabina' de Antonio Mercero, que ya lo había obtenido como 'Mejor Telefilme' en 1973-.
Gómez es el coordinador de guiones de la serie española de moda en el mundo y tampoco había escrito antes para televisión. Fue Álex Pina, el productor, quien lo fichó. Imaginamos que le repetiría aquello de «con lo raro que eres, ¿No quieres escribir una serie diferente?». Hace un par de semanas desveló en uno de esos hilos de Twitter -por los que todavía sigue mereciendo la pena la red social con más amargados por metro cuadrado- cómo fue el proceso de escritura de 'La Casa de Papel'. El relato tuvo buena acogida porque no es habitual conocer los pormenores de un oficio que suele quedar oculto como los protagonistas de la ficción, tras la careta de Dalí.
Hablaba de los días malos y buenos, de cómo se informaron sobre el proceso de fundir oro y aprendieron a hacer la granalla, a usar una lanza térmica o un tubo de interconexión. Explicaba la importancia de hablar con los actores, de dividir a los guionistas por parejas y viajar en persona a las localizaciones que luego se van a recrear. «Las cosas se escriben rápido, pero luego cuesta hacerlas realidad», confesaba. Cuando estaban a punto de terminar de escribir la tercera temporada, Vinicio García, coordinador de Dirección, tiró abajo el capítulo 6, «con más razón que un santo», por las dificultades que conllevaba. Tuvieron que reconstruirla casi de cero. Son anécdotas, pero dejan una moraleja importante: las series no se escriben solas.
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