La campañita
Furgón de cola ·
El Gobierno vasco aboga por una campaña electoral breve, barata y elegantísimaPablo Martínez Zarracina
Miércoles, 20 de mayo 2020, 01:12
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Furgón de cola ·
El Gobierno vasco aboga por una campaña electoral breve, barata y elegantísimaPablo Martínez Zarracina
Miércoles, 20 de mayo 2020, 01:12
Ayer, un día después de que el lehendakari convocase las elecciones autonómicas para el 12 de julio, Josu Erkoreka les pidió a los partidos que pensasen en el «ahorro de costes» a la hora de diseñar la campaña electoral. «Las prioridades de gasto van por ... la recuperación social y económica de los ciudadanos», recordó Erkoreka, convocando junto a él al fantasma del desastre económico, pero solo un instante. Lo justo para dar a entender que hay que ser austero.
A favor del portavoz del Gobierno vasco, hay que decir que el argumento apenas lo dejó caer como una sugerencia. Fue sutil. En ningún caso dijo que le parecía mal que la oposición desease gastar en una campaña electoral el dinero de los respiradores que mantienen vivos a los niños inocentes en las UCI; una campaña en la que habría mítines en grandes pabellones, puede que incluso con espectáculos musicales, actuaciones que, con su estruendo, harían aún más insoportable la agonía de los pobres niños inocentes a los que la oposición, con sus garras, acaba de quitarles los respiradores.
Vaya por delante que cambiarle el formato a una campaña electoral, hacerla más modesta y adaptarla a los nuevos tiempos, no podría ser más sensato. Incluso sin pandemia. Hace mucho que las campañas son esfuerzos extraños que no mueven a la ciudadanía, sino solo a los militantes. Pero llama la atención el desenfado con el que el PNV reclama que la campaña sea breve y barata. Una campañita de nada. Y además elegante. Andoni Ortuzar advirtió ayer de que la oposición busca bronca. Menuda noticia. Y cómo no recordar que a Ortuzar la afición lo espera tradicionalmente en los mítines como se esperaba a Tyson en el Garden: con ganas de que la cosa se anime en serio.
Es más interesante el argumento del coste de la campaña que el de su buen tono. Sobre todo, porque ya está aquí la palabra austeridad. Llega para quedarse. Y, como en 2008, uno se pregunta en qué momento el gobierno de lo común puede dejar de atenerse a principios austeros, prudentes, realistas. Dicho de otro modo: en qué momento la política puede permitirse funcionar como el camerino de una banda de rock en el que, en vez de drogas y más drogas, no dejan de pedirse puestos de libre designación, presupuesto para causas afines y asesores, muchos asesores.
Mascarillas
Salvador Illa recordó ayer que los protocolos del Ministerio están en permanente revisión. Debería incorporarse la frase al habla cotidiana. Utilizarla cada vez que alguien te pille haciendo lo contrario de lo que dijiste. Pones entonces las manos en paralelo, como si le estuvieses indicando a un cocinero sordo el tamaño del que quieres el bocadillo, y lo sueltas: «Insisto en que todos mis protocolos están en permanente revisión». El ministro se refería a las mascarillas, que son ya obligatorias, BOE mediante. Y un gasto para el ciudadano. La OCU avisa de que una familia de cuatro miembros puede emplear 115 euros al mes en mascarillas quirúrgicas. Si consideramos que esas mascarillas deben renovarse cada cuatro horas, igual tiran por lo bajo. Imagino que la gente revisará el protocolo por su cuenta y estirará la vida de las mascarillas o apostará por las de tela, que serán dudosas, pero también lavables. Sobre posibles controles policiales de mascarillas y sanciones por exhibicionismo nasal, también lo que diga el BOE.
Fase 2
Se me están pasando las fases volando, la verdad. Incluso echo un poco de menos la fase 0. Tenía uno entonces más tiempo para estar en casa. Es probable que esta sensación de fugacidad de la fase tenga que ver con la facilidad que muestra el País Vasco en la superación de las distintas etapas. No se había visto saltar así, tan suave y seguido, desde Edwin Moses. Un ejemplo: el Gobierno anuncia los cambios de fase los viernes, manteniendo la emoción, pero ayer era martes y ya estaba el Gobierno vasco detallando cómo será la fase 2. Preguntado por el particular, Fernando Simón aseguró por la tarde que no veía mayor problema en que, si todo sigue así, Euskadi cambie de fase. «Va como un tiro la bilateralidad», pensaba uno al oírlo, aunque luego el Gobierno vasco tenga que exigirle a Madrid que aclare las condiciones de lo que le interesa a todo el mundo: cómo van a poderse realizar las reuniones en domicilios privados. La fase 2 abrirá cines y colegios; permitirá las visitas a las residencias y las excursiones. Creo que será más espectacular la fase 3, cuando reabran las discotecas y veamos a las tribus de la noche con mascarilla, bailando a dos metros de distancia.
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