Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Las olas de calor o episodios de altas temperaturas de este verano en Euskadi están siendo aprovechadas para recordarnos que el cambio climático ha dejado de ser una hipótesis de futuro para ser una realidad de presente. Sin embargo, están siendo tristemente desaprovechadas para poner ... encima de la mesa el gran debate de fondo: qué debemos hacer, qué estamos dispuestos a hacer y quién va a ganar con las decisiones que se tomen.
El tratamiento informativo y el debate político sobre el cambio climático han tratado durante mucho tiempo de convencer a la gente y a la clase política de su importancia. Ya no estamos ahí, o al menos sería una temeridad continuar plagando nuestros discursos de lugares comunes, mensajes repetitivos y políticamente correctos sobre la urgencia y la responsabilidad que tenemos: no por mucho mostrar nuestra voluntad y compromiso Euskadi se convertirá en referente del nuevo paradigma económico y social que debe surgir de las políticas de adaptación y mitigación al cambio climático.
¿Adaptación? Sí. Muchas de las consecuencias del cambio climático son irreversibles, por lo que debe ser una prioridad adaptar nuestros sectores productivos, nuestros ecosistemas, nuestras sociedades y nuestros modos de vida a las nuevas condiciones climáticas del siglo XXI.
La comunidad científica lleva décadas investigando sobre cómo el cambio climático va a afectar a las diferentes zonas y regiones del planeta. Existe un corpus de conocimiento científico, no explotado políticamente, que nos da algunas pistas de lo que va a suponer para Euskadi. Además de olas de calor más frecuentes y más intensas, una menor pluviosidad junto con el aumento de la temperatura repercutirá en sectores primordiales para la economía de algunas comarcas vascas como el cultivo de la vid, el agropecuario o las explotaciones forestales. No se librarán tampoco las poblaciones y las infraestructuras costeras: la subida del nivel de mar y temporales más frecuentes y virulentos supondrán más destrozos en paseos, espigones, puertos, etc. ¿Tendremos que construir un muro, por ejemplo, para proteger las viviendas de primera línea de playa de Zarautz como han hecho en Fairbourne (Gales), cuyos habitantes pueden verse obligados a abandonar su pueblo en unos años?
Es evidente que para adelantarnos y minimizar los impactos necesitamos primero identificar los riesgos con precisión y rigor (trabajo científico) y a partir de ahí, diseñar planes de adaptación específicos para sectores, zonas o colectivos (trabajo político).
Por el contrario cuando hablamos de mitigación, nos referimos a la necesidad de reducir las emisiones de CO2. Y aquí hay un acuerdo más o menos generalizado, salvo en cómo de urgentes y drásticas han de ser las medidas que se tomen. Los intereses económicos y tecnológicos que hay en juego son demasiados y muy poderosos, por lo que la disputa está en cómo y cuándo hacer la transición para alcanzar el objetivo europeo de 0 emisiones en 2050.
¿Se imaginan la transformación que eso supone en el mundo tal y como lo conocemos? Ni diésel ni gasolina ni gas para movernos, transportar mercancías o generar electricidad. Hay una parte de reto tecnológico, pero el nudo gordiano es el reto político y económico que supone darle la vuelta a todo el sistema sobre el que hemos construido nuestra sociedad. Nos puede parecer más o menos grande, más o menos posible, pero es el que tenemos encima de la mesa. Es ese objetivo, y no otro, sobre el que deberíamos estar trabajando ya en Euskadi.
Por supuesto, esto no se consigue con medidas-parches, ni con una actitud conservadora. Toca innovar, hacer las cosas de otra manera y pensar con otras lógicas diferentes a las que nos han traído las crisis económicas, sociales, políticas y ecológicas del siglo XXI. Es el momento de apostar por políticas transformadoras que tengan como brújula la lucha contra el cambio climático en todas las decisiones e inversiones que hagamos como país: industria, infraestructuras, política forestal y agropecuaria, salud pública, turismo y comercio, y por supuesto también, y sobre todo, energía y movilidad.
Desde Elkarrekin Podemos apostamos además porque este proceso sea una oportunidad para relocalizar la economía, generar empleo de calidad, reducir las desigualdades y lograr mayores cotas de bienestar para todo el mundo (mejor alimentación, aire más limpio). Con nuestras propuestas, queremos ir un paso más allá. Además de luchar contra el cambio climático aspiramos a repensar nuestra sociedad y nuestra economía. Todos los indicadores nos lo están diciendo: o hay cambios profundos o fracasaremos en el intento de frenar los peores impactos del cambio climático.
Un consejo, desconfíen de quien hablando de cambio climático no cambia ni una coma de sus propuestas económicas. Una de dos, o está mintiendo o le falta coraje para afrontar el gran reto y la gran oportunidad del siglo XXI: luchar contra el cambio climático haciendo del mundo un lugar más justo y más sano para todas las personas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.