La doctora Michèle Delaunay fue ministra delegada para las Personas Mayores en Francia y publicó a comienzos de 2020 un libro titulado 'El fabuloso destino de los baby boomers'. Su tesis era que nunca antes había conocido la historia una generación que fuese a disfrutar ... de treinta años de retiro sin la menor conciencia colectiva de ancianidad, sino rebosante de independencia, intereses vitales y optimismo. Al leerlo, daban ganas de gritar: «¡Y cómo va a pagarse eso!». Cierto que luego lo mirabas un poco y hablaba justo la ministra de François Hollande, que tuvo que salir a explicar por qué su declaración de bienes superaba los cinco millones de euros. Es una cantidad que invita al optimismo. «La idiotez que los 'boomers' no pueden cometer es limitar sus deseos», aseguraba madame Delaunay.

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Cabe la posibilidad de que algo de ese vientecillo francés disolvente llegase ayer al despacho del ministro Escrivá antes de que cerrase la ventana y se fuese a la tele a limitarle personalmente las cosas a la generación del 'baby boom'. Se trata de una generación que ha cotizado bravamente, pero son demasiados y no hay gente por detrás para soportar sus pensiones. Así que van a tener que elegir entre sufrir «un pequeño ajuste» en su jubilación o trabajar «un poco más». Las comillas son del propio ministro Escrivá, que se esforzó muchísimo en dar a entender que el problemilla es en realidad insignificante. Pues menos mal. El déficit de las pensiones parece un enorme océano que se extiende peligroso. Y los 'baby boomers' son una generación bastante convencida de que su fabuloso destino va a ser trabajar más y cobrar menos.

Nada de eso ayuda sin embargo a que el problema de las pensiones se afronte rectamente. Piensen que tenemos a lo mejor de la clase política jugándose el tipo con lo realmente urgente y arriesgado: julio de 1936. Cuando la inercia sea ya irreparable, algún gobierno no tendrá otra que optar por una solución a lo Jonathan Swift y pedirle a la generación del 'boom' que no posponga mucho lo de hacer 'crack'. Escucharemos los anuncios por la radio, con un fondo de risas infantiles y pájaros que trinan: «Ciudadano, una defunción a tiempo es una victoria para todos. Ministerio de la Seguridad Social».

COVID

Vacuna joven

Si algo se ha demostrado infalible con los jóvenes a lo largo de la historia es sermonearles. Los neurobiólogos lo tendrán demostradísimo: es justo cuando llega la tremenda brasa moralizante cuando el cerebro juvenil se vuelve esponjoso y receptivo. De ese modo, lo de escandalizarse por los botellones, las fiestas y los viajes de estudios no puede salir mal. ¿No llevamos año y medio agitando abuelos muertos con indudable éxito? Otra opción es calcular si, del mismo modo que lo mejor fue vacunar en primer lugar a la población más vulnerable, no convendría ahora vacunar a la población que más necesidad tiene de salir y relacionarse, que menos va a cumplir las indicaciones y que más problemas puede causar. Osakidetza quiere empezar a inmunizar a los veinteañeros. Por no apostarlo todo a una sola ficha, convendría que a cada joven lo vacunase una enfermera mientras le grita por el otro lado un tertuliano.

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CANTÓ

A dos manos

Óscar Puente, alcalde de Valladolid, utilizó ayer Twitter para definir lo que va a hacer Toni Cantó en el chiringuito idiomático que le ha creado Isabel Díaz Ayuso: «Rascarse los huevos a dos manos». Si se fijan, el político socialista no es muy partidario. Por eso escribió que Cantó es «un mierda y un memo». Luego matizó en la radio: «Es un impresentable, un caradura y un vividor». Lo siguiente es apurar el cubata y salir del bar a pegarse. Insisto: en los despachos oficiales, el imprescindible cartelito: «Recuérdalo: al menos, no causes vergüenza».

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