Ayer, Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino, subió a Instagram un poema de Lorca junto a una foto de Marta Ortega bailando con él y luciendo uno de sus ampulosos vestidos. «En la noche del huerto seis gitanas vestidas de blanco bailan...». Por muy poético ... que se ponga Piccioli, eso es lo que es. Primero, publicidad para su marca. Y segundo, una joven rica, a la que su papá regaló un hipódromo, casándose por segunda vez. Y, por segunda vez, tirando la casa por la ventana. La verdad es que podrían haber tirado una urbanización entera por la ventana y habrían seguido muy por debajo de sus posibilidades. Creo que todos y especialmente todas las afines al 'imperio zarista' sentimos que hemos participado de algún modo en la lista de bodas de Marta Ortega. Yo calculo que como mínimo le he regalado un set de platos de la vajilla, incluido el de postre.
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Por eso he echado de menos en la 'megaboda' una mención especial a quienes la hemos hecho posible: los millones de 'tontos' que en el mundo le compramos al mismo listo. Me pregunto si una de las principales enfermedades sociales (la adicción a la ropa) tendrá su origen en un virus o bacteria que nos transmiten a través del grifo... Habría sido un detalle que los fastos orteguianos hubieran incluido a las sufridas clientas que aguantan interminables colas en las cajas de Zara o a la entrada de esos inhumanos probadores cada vez más diminutos, donde para meterte una manga tienes que sacar el brazo por la cortina. Habría estado bien un concurso de dependientas velocistas en doblar ropa o una coreografía tipo Bollywood en honor a los países que fabrican casi la mitad de las prendas que vende la marca.
Una vez visité Inditex en Arteixo. En sus sótanos kilométricos, con raíles en el techo, colgaban ganchos con piezas de ropa, como en la industria cárnica. «Aquí se han rodado películas de terror», me informaron. Pero ni tan escalofriante imagen me apartó de la militancia 'zarista'. Pronto será Black Friday y las tiendas de Amancio serán un hervidero en todo el planeta. Creo sinceramente que el batallón de hormigas que lo hemos convertido en el quinto hombre más rico del mundo merecemos al menos un trocito del pastel de la boda de su hija.
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