![La bisagra de encargo se deshace](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201906/25/media/cortadas/ciudadanos-k5LH-U80602900080BdG-624x385@El%20Correo.jpg)
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Ciudadanos, el instrumento político que el establishment impulsó hace unos años para pactar con PSOE o con PP, según la conveniencia del momento, e impedir la llegada al poder de Podemos, evitando el desgaste que implica toda gran coalición para el socio menor -véase el ... hundimiento socialdemócrata en Alemania- entra en barrena. Y lo hace en un momento determinante, cuando los liberales no quieren cumplir la misión para la que poderes económicos y mediáticos empujaron a Albert Rivera y los suyos de la política catalana a la nacional.
Primero fue la ruptura con Manuel Valls. Luego el aviso de Françesc de Carreras contra el giro estratégico y la traición a los objetivos fundacionales del partido. La penúltima, la desautorización de Emmanuel Macron a Rivera por afirmar que el primer ministro francés le había felicitado por sus pactos con el PP y, de tapadillo, con Vox, para arrebatar el poder a la izquierda. La última, ayer, la salida del partido del portavoz económico, Toni Roldán, mano derecha de Luis Garicano, y del europarlamentario Javiert Nart de la ejecutiva. En ambos casos por el giro a la derecha de Cs y su decisión de no apoyar la investidura del socialista Pedro Sánchez.
A Rivera le ha podido la ambición. No ha querido conformarse con jugar el papel de bisagra que desempeñaron durante años los liberales alemanes o los liberaldemócratas británicos en favor del sistema. Ha querido, quiere, desplazar al PP y liderar uno de los dos bloques tradicionales de la política española, el de la derecha, en lugar de ser sólo el bastón, hoy del PSOE mañana de los populares.
Y Rivera se ha puesto en harina justo cuando el sistema le necesitaba. Cuando ese establishment pretendía que diera un paso adelante y evitara que el socialista Pedro Sánchez quede entre la espada y la pared de ceder a las exigencias de Podemos para seguir en La Moncloa o disolver e ir a unas nuevas elecciones. Cs ha preferido los pactos con el PP y, soto voce, con los ultras de Vox, que siguen destapando su verdadero y preocupante rostro día tras día.
La posición de los liberalconservadores, unida a la firmeza de Unidas Podemos en su exigencia de formar parte del próximo Gobierno Sánchez como contrapartida a respaldar su investidura, empiezan a causar lógica inquietud en las filas del PSOE. Posiblemente ello explica la discreta reunión que el presidente en funciones mantuvo ayer con el líder del PP, Pablo Casado. Cita en la que el responsable socialista habría vuelto a pedir a los conservadores su apoyo a la continuidad de Sánchez en el poder para no tener que depender de morados e independentistas. No sería ninguna sorpresa que el PSOE hubiera puesto otra vez a Navarra entre las contrapartidas.
Pero el PP, como Cs, parecen seguir firmes en su 'no'. De momento. Atrás queda la exigencia popular al PSOE para investir a Rajoy por sentido de Estado. Lo que consiguió tras la caída de Sánchez.
Mientras, ¿qué pensará el electorado progresista de los manejos del líder del PSOE? Un Sánchez que, como Urkullu y el PNV aquí, pretende que olvidemos que la obligación de lograr apoyos es de quien gobierna y no de la oposición. Y el fracaso, si no lo logra, exclusivamente suyo.
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