Año Berlanga

No todo son buenas noticias. En la Comunidad Valenciana han faltado reflejos. El prólogo perfecto del Año Berlanga comenzó ayer a celebrarse en la Audiencia Nacional. Me refiero al juicio por el desvío de fondos públicos destinados a la organización de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia en 2006. Qué oportunidad perdida. Habría sido tan apropiado que, antes de dar comienzo a la sesión, el tribunal hubiese recordado a Berlanga y hubiese dado paso a una banda fallera para que tocase un pasodoble en el juzgado, como hacen en Mestalla antes de los partidos. Luego ya podría haber comenzado el juicio, que como saben tiene un argumento inmejorable: la 'trama Gürtel' contratando con la televisión pública de Valencia la cobertura del encuentro mundial del Papa con las familias y cometiendo el milagro de la multiplicación del chanchullo en los alrededores del mismísimo Santo Padre. Esa gente fantástica, Correa, 'El Bigotes', que seguro que se referían a Ratzinger como «Su Santidad» mientras sacaban beneficio de cada pantalla, cada mochila y cada urinario. Ojalá el Año Berlanga hubiese enviado escolares al juicio como los enviaba la Ruta Quetzal al Amazonas. Aprenderían mucho. Por ejemplo, que se puede ser muy corrupto y muy ridículo. O que la realidad es una guionista magistral. Qué conseguido eso de que el contacto político de la 'Gürtel' para robar en torno al Papa fuese, presuntamente, Juan Cotino:alguien que no solo es muy religioso, sino que dirigió la Policía Nacional. Ayer, en la primera sesión del juicio, se confirmó que 'El Bigotes' y otros acusados han pactado con la Fiscalía una estrategia que le perjudica. El Año Berlanga podría haberle recordado a Juan Cotino lo que le decía Antonio de Senillosa a la Sardá al final de 'Moros y Cristianos':«Aquí puede pasar cualquier cosa. Aquí puede haber hasta contubernios».

El independentismo catalán es ya la Idea Juche norcoreana o el limpiagrasas más vendido: sirve para todo. Ayer se supo que Alfred Bosch, consejero de Acción Exterior de la Generalitat, ha cesado a su jefe de gabinete por «comportamientos contrarios a los valores republicanos». ¿Qué hizo? ¿Fue a los toros? No, «marcaba» a las trabajadoras. ¿Eso no es acoso sexual? Hombre, nada es tan simple en Cataluña. Hace unos días, el alcalde de Argentona no tuvo otra que dimitir por razones similares y su partido, una candidatura unitaria independentista, le agradeció el gesto «generoso», al tiempo que resaltaba que «identificar un problema subyacente y no siempre consciente en la sociedad es un primer paso para corregirlo». El tipo iba al parecer por ahí metiéndoles mano a las amigas de su novia y riéndose después, sabiéndose intocable porque era el amo del lugar. Pues en la república no llaman a la Policía:lo llaman subyacente.

Cuando se da un dato en hectáreas, suele trasladarse a campos de fútbol. Sucede por dos razones comprensibles:a) un campo de fútbol mide una hectárea;b) todo el mundo se hace una idea del tamaño de un campo de fútbol. Con la crisis del coronavirus sucede algo parecido, todo se traslada al fútbol: no hay nuevo dato que no derive en la posibilidad de un partido a puerta cerrada o en la hipótesis de la suspensión de un campeonato. Esta vez la traslación no es comprensible. Ahora un campo de fútbol mide muchísimo menos que todo lo demás.