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La imagen del príncipe Enrique desfilando con casco blindado y chaleco antibalas por un campo donde ya no quedan minas está más cerca de la pasarela Moda Uomo de Milán ('looks' más rocambolescos se han visto) que de una genuina acción humanitaria destinada a mejorar ... el mundo. Podría ser también la constatación de que la Historia siempre se repite como farsa, porque por ese mismo campo angoleño (entonces minado) paseó su escultural figura, con idéntico casco y chaleco, la extinta Lady Di. Creo que si Freud levantara la cabeza descubriría que el instinto de matar al padre no es nada comparado con la fijación por resucitar a la madre que tiene Enrique de Inglaterra, ahora atormentado con la idea de que Meghan Markle acabe como Diana de Gales.

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