Urgente Grandes retenciones en la A-8, el Txorierri y la Avanzada por la avería de un camión
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, durante su intervención desde su escaño en el turno de réplica al Grupo Mixto del Congreso. EP

Batalla de nervios

La política española ha entrado en un bucle de crispación y radicalidad que la segunda sesión parlamentaria de este domingo ha corroborado hasta el extremo

Alberto Surio

San Sebastián

Domingo, 5 de enero 2020, 13:33

La fotografía de este primer pleno de investidura arroja una desoladora imagen. Y es que la política española ha entrado en un bucle de crispación y radicalidad que la segunda sesión parlamentaria de este domingo ha corroborado hasta el extremo. Cuando la pasión sustituye a ... la razón se corre el riesgo de desenfocar el objetivo. Pues en esas estamos.

Publicidad

Se ha tenido que emplear a fondo la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, para mantener la calma en el hemiciclo. Los gritos constantes de los bancos del PP, Ciudadanos y Vox durante la intervención de la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, han provocado momentos de máxima tensión, desconocidos en la historia de la Cámara. Muchos diputados del centro-derecha han perdido literalmente los nervios -y algunos los papeles- durante el discurso de la dirigente abertzale y sus alusiones a la Transición, al Rey o a la «anomalía» de la democracia española.

Desde esos escaños se sentía que el discurso de Aizpurua era muy cínico cuando eludía cualquier referencia al terrorismo. Las ausencias de varios diputados que son familiares de víctimas de ETA durante su intervención y el gesto de Adolfo Suárez Illana, de darle la espalda a la portavoz de EH Bildu desde su puesto en la Mesa del Congreso, eran elocuentes.

Sánchez leyó otros mensajes de víctimas de ETA, críticos con la actitud del PP, que subrayaban su «vergüenza» por su estrategia. El momento recordaba a los debates virulentos mantenidos en su día por el diálogo con ETA. Desde los escaños de centro-derecha se empezaba a desplegar toda una batería de insultos. La tensión se cortaba con un cuchillo, con gritos constantes. La bronca ha sido monumental y ha obligado a Batet a reclamar libertad de expresión y respeto al pluralismo.

El discurso del diputado de Navarra Suma, Sergio Sayas, no solo ha sacado a colación ese pasado violento. También ha agitado la cuestión de Navarra y el papel de EH Bildu al posibilitar la Presidencia de la socialista María Chivite al frente de la Comunidad Foral.

Publicidad

La propia intervención de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, acusando a «las derechas» de un viraje radicalizado y extremista para impedir la investidura y de alentar el golpismo, fue aplaudido con entusiasmo por los diputados socialistas y de Unidas Podemos. Una señal elocuente del ácido tono del debate cuya agresividad no recordaban ni siquiera los más veteranos. Y el griterío es una señal de la orientación muy convulsa de una legislatura que nace bajo el estigma de la división frontal y una guerra de bloques que erosiona los consensos básicos de la Transición. Dos frentes, uno que acusa a Sánchez de ser un 'traidor' por llegar a La Moncloa con un pacto con ERC bajo el brazo. Y el otro, que reprocha al PP de Pablo Casado de formar parte de un frente antidemocrático para impedir que gobierne la izquierda. Los peores fantasmas de nuestra historia asoman por la puerta. El peor regalo de Reyes.

Sánchez no salió elegido en esta primera votación por mayoría absoluta y tendrá que esperar al martes para salir designado por mayoría simple en una ajustada votación. Pero la crudeza y ferocidad de la discusión, además de ser una pésima tarjeta de presentación de la legislatura, auguran también unas próximas horas de infarto. Las denuncias de maniobras oscuras para impedir la investidura al final, con presiones a los diputados dispuestos a votar sí y una campaña de acoso denunciada por el propio candidato socialista, amenazan con convertir los próximos días en un lodazal de insultos y rencores. «Moderación y progreso», reclamó Sánchez en su discurso final a los diputados socialistas y de Unidas Podemos. Le faltó pedir espíritu de resistencia. La batalla en el barrizal se antoja dura, larga y difícil. El ajustadísimo resultado -166 a favor y 165 en contra- resulta premonitorio.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad