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El PNV ha vivido esta semana un momento especialmente difícil. Después de un complejo proceso, que se ha prolongado de forma tan lamentable como comprensible nada menos que diez años, la Audiencia de Álava hacía pública el martes su decisión de condenar por corrupción a ... importantes penas de cárcel a un nutrido grupo de exdirigentes, excargos y militantes peneuvistas encabezado por quien fue nada menos que 'número dos' del partido en Álava Alfredo 'Txitxo' De Miguel.
La decisión supone una mancha imborrable en la centenaria historia jeltzale. Como antes lo fueron otras condenas por idéntica causa que tuvieron como protagonistas a relevantes rostros del PSOE, el PP o la extinta CiU.
En política tan importante es sumar como aminorar los daños cuando vienen mal dadas. El EBB hará probablemente en las próximas horas una primera valoración. Me atrevo a vaticinar que su balance de cómo han sorteado el momento será positivo.
Y es que la sentencia ha tenido un eco notable en Euskadi, como cabía prever. Pero muy muy limitado en el resto de España. ¿Cuestión de 'baraka' (suerte)? Sólo en parte.
El PNV es hoy un actor determinante en la política española, cogobierna Euskadi con los socialistas y acaba de firmar un acuerdo presupuestario con Podemos. Nada extraña la tenue valoración de los de Idoia Mendia o la muy medida de los morados. Amén, claro, que la sentencia de Junqueras, la condena a Torra y las negociaciones para formar gobierno en España siguen monopolizando la información política.
Pero es que, además, el PNV ha vuelto a saber estar. Exactamente igual que cuando estalló el escándalo. Entonces, Urkullu, presidente del EBB, forzó el cese de De Miguel como 'número dos' de la Diputación alavesa y exigió el carné de militante a los tres principales encausados, ahora condenados, contra el criterio de Joseba Egibar y el sector soberanista de la organización.
Ahora, el martes, el lehendakari y Ortuzar se apresuraron a comparecer públicamente para desmarcarse de los hechos y pedir disculpas a la sociedad vasca. Sí, pedir disculpas. ¿Han oído hacerlo estos años a los líderes de PSOE, PP o CiU?
Todo ello ha ayudado al PNV a sortear momentos tan tan delicados. Entre medio quedan nueve años de apoyo a los corruptos, incluso laboral. Y todas las lindezas dialécticas que se han lanzado desde las filas jeltzales contra el tozudo Fiscal jefe de Álava, Josu Izaguirre, y el trabajo de algunos periodistas.
La conclusión final que el martes trasladaba el PNV es que todo fue cosa de cuatro de los suyos que quisieron enriquecerse ilegalmente. Y que el partido como tal ni tenía nada que ver ni se percató de nada.
O la organización peneuvista, su cúpula dirigente, es la más ciega del mundo occidental. O el mensaje de Ortuzar y Urkullu resulta difícilmente creíble. Y es que una cosa es lograr que un cargo público amigo te encargue y abone un trabajo que la trama jamás realizó. Y otra bien diferente que cuatro compañeros de partido sean capaces de movilizar a todo un Gobierno vasco y a una Diputación para que den su plácet a una multimillonaria operación urbanística en contra del criterio de los técnicos de la Administración autónoma como estuvo a punto de ocurrir cuando la denuncia de una extorsionada sacó a la luz el grupo corrupto. Eso ya no cuela.
A la espera de los recursos, de si el Supremo ratifica o no las condenas, el caso queda cerrado. Salvo, claro, que el señor De Miguel y los suyos crean que el partido no ha 'cumplido', como exigieron cuando se les obligó a entregar el carné de militante hace nueve años y medio. Lo dudo.
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