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Leo que a Carlos de Inglaterra le ha sentado fatal una foto que le han tomado en Barbados. Miro y lo veo ataviado con una corbata imposible y la pechera llena de medallas inmerecidas... Le entiendo. Eso de que te pillen autocondecorado debe de resultar ... un tanto bochornoso. Luego descubro que no. Que la imagen que ha desquiciado al sempiterno heredero a la corona británica no es esa, sino otra de él en traje de baño, durante su día libre en la gira que está perpetrando por el Caribe junto a Camila. Me sorprende su reacción. No veo nada de indigno ni especialmente antiestético en semejante estampa playera, la de un hombre de 70 años con el pelo blanco, el vello blanco, un traje de baño tipo 'meyba' de flores, un leve apunte de michelín en la cintura y sin rastro de barriga... Vamos, como para subirla a Instagram.
Informa 'The Sun' que el bañador cuesta 180 libras (unos 210 euros) y pertenece a una colección de hace 16 años, lo cual tampoco es reprobable porque demostraría que Carlos se ha abonado a la moda 'vintage' en un tipo de traje de baño que por otra parte lleva reproduciendo el mismo estampado floral desde hace tres o cuatro décadas. Por lo visto, al heredero no se le había fotografiado en la playa desde los años ochenta. Muy inglés él, imagino que había hecho una especie de apuesta consigo mismo, en plan: «¡Ni me han sacado, ni me volverán a sacar!». Y, claro, ahora la habría perdido. Pero eso tampoco justificaría su enfado... ¡Ni que fuera él Camila y le hubieran pillado en topless!
Ver a Carlos de Inglaterra jugando con el dulce vaivén del Caribe, creyéndose el rey de los mares, enternece. Alguien que lleva más de medio siglo aspirando a un trono que nunca llega tiene que aprovechar cualquier ocasión de sentirse soberano. Y no hay nada de escandaloso en ello. Lo sería que lo hubieran retratado en tanga o (peor aún) con el 'mankini' de Borat. O que le hubieran grabado una conversación telefónica con frases subidas de tono... Y eso ya ocurrió, así que muchos esfuerzos tendría que hacer ahora el heredero para superar aquel ridículo. Si Carlos siente que, sacándolo en bañador, han atentado contra su imagen, que mire la foto que le han disparado a Carmen Borrego tras su operación de papada, y se consuele.
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