Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El pequeño libro de historia de 1929 auguraba un futuro venturoso para la colonia del Congo. «Bajo la espada belga y la religión católica». La lectura de la cita por un historiador fue el único componente realista del programa conmemorativo, elaborado en Bruselas, al cumplirse ... el sesenta aniversario de la independencia de la República Democrática del Congo. En las imágenes de época, podía verse al rey Balduino en su visita triunfal de 1955 y para la independencia su imagen era contrapuesta a la del artífice de la independencia, Patrice Lumumba. Ni una palabra sobre la deposición y el asesinato de Lumumba a cargo del peón de la propia Bélgica y de la CIA Joseph Mobutu. Tampoco sobre la vinculación ulterior de Mobutu con la «madre patria» a lo largo de décadas de dictadura sanguinaria. El relato se cerraba con unas imágenes optimistas del renovado Museo de África, antiguo museo colonial, precedidas por una alocución del actual presidente Félix Tshisevedi, amigo de Bélgica, donde transcurrió buena parte de su exilio, y que a duras penas gobierna bajo el permiso del antiguo dictador Kabila y con un primer ministro, en tiempos colaborador de Joseph Mobutu. ¿Ha terminado la descolonización?
El malestar belga hoy ante ese pasado resulta fácil de explicar. El más destacado de sus monarcas contemporáneos, Leopoldo II, puso en marcha una imaginativa empresa colonial en el Congo aprovechando la pugna por África entre las grandes potencias, el mito del buen civilizador y una desalmada explotación de los pobladores autóctonos, llevada al límite cuando despegó la demanda mundial del caucho. Su Estado Libre del Congo, ochenta veces el tamaño de Bélgica, se convirtió en una fusión de capitalismo personal y esclavismo, que esquilmó un país potencialmente rico y destruyó a sus habitantes. Al ser premeditado, un genocidio en toda regla.
La administración belga, desde 1908, no mejoró las cosas y el Congo llegó a la independencia en 1960 arrastrando su condición de país sin profesionales, ni universitarios ni militares. Ahora, la conmemoración cultural oficiosa en Bruselas trató de evitar el antes y el después, con una conferencia de Jean Osobombo Tshonda centrada en la preindependencia. Fue inútil porque el historiador congoleño dejó claro que en 1960 entre el poder militar y la depredación económica de Bélgica y el pueblo congoleño no había nada. El obstáculo era Lumumba, prácticamente solo, y dos meses antes del 30-J decidieron ya en Bruselas eliminarle, comprando a sus colaboradores corruptos, como Joseph Mobutu. Lumumba estaba muerto antes de subir al poder.
Luego, durante casi cuarenta años, según podemos ver en el 'Mobutu' de Thierry Michel (Youtube), la barbarie del dictador, bajo tutela belga y bendición de la elite europea (Giscard, Mitterrand), intensificó la explotación y la destrucción. El mismo Thierry Michel prolongó su relato en el desolador 'Río Congo' y en 'Katanga Business' (Youtube). Siguieron guerras múltiples, más barbarie y explotación minera hasta que en 2019 alcanza la presidencia un nuevo hombre de Bélgica, convenientemente vigilado.
Invitado en marzo de 2017 a un coloquio sobre 'La mémoire et l' oubli' por la Academia de las Ciencias belga -consulta posible-, pude comprobar hasta qué punto dolía allí mirar hacia atrás. El sociólogo Van Reybrouck dejó el cansancio democrático y obtuvo un gran éxito con su tranquilizante 'Congo'. En cambio, nadie sabía del estupendo relato de Vargas Llosa en 'El sueño del celta', ni citaba a Adam Hoschshild ('Los fantasmas del rey Leopoldo'). Ha tenido que ocurrir el asesinato de George Floyd en Estados Unidos para encender la mecha de las protestas. Y para que el rey Felipe, tímidamente, lamente «los episodios dolorosos» y «las heridas del pasado». De reconocimiento de crímenes contra la Humanidad, nada.
En el programa del día 30, la ministra de Educación Nacional confesó su escaso conocimiento del tema, y la necesidad de abordarlo. ¿Qué decir? La joya de la Corona es en este caso la «descolonización» de que ha sido objeto el Palacio de las Colonias, rebautizado Museo de África, en la explanada de Tervuren, lugar idílico cerca de la capital. En el vestíbulo, el busto de Leopoldo II ha sido sustituido por una escultura, obra de un artista congoleño. Hay razones para dudar si no hubiese sido mejor, de cara a la memoria histórica, conservar el antiguo museo sobre la gloriosa experiencia colonial, para que de verdad los visitantes belgas se dieran cuenta de la tremenda falsificación en que vivieron.
Esperemos que haya sobrevivido, al final de la escalera, la escultura que resume la coartada de Leopoldo II, haciéndose con el Congo por supuesta defensa de la civilización y de la población congoleña frente a los esclavistas. Una madre negra intenta proteger a su hijito del musulmán que la amenaza con un alfanje, pero un soldado belga se interpone en defensa de ellos con un fusil. Estaba prohibido fotografiarla.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.