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Nada como acudir a la antología de la 'conspiranoia' para pasar un buen rato. Ahora resulta que no solo hay gente dispuesta a defender que la Tierra es plana, sino que la duquesa de Sussex, también. Que su oronda barriga, esa que ella manosea sin ... parar (¿temerá que se le caiga?), es falsa, de pega, que crece y decrece según el día y el modelito que se ponga, y que el primer hijo de Enrique y Meghan no se encuentra dentro del vientre de su supuesta mamá, sino que vendrá al mundo por gestación subrogada... Está claro que a algunos el tiempo les sobra y, para matar el aburrimiento, se ponen a elaborar peregrinas teorías conspirativas. Tan sumamente retorcidas, que casi dan ganas de creer en ellas. Hasta que la realidad, igual de enrevesada o más, acaba imponiendo su propia falta de lógica.
Porque, a ver, tanto adivino suelto, tantas especulaciones y predicciones circulando y, cuando se trata de confrontarlas con la realidad, no aciertan una. Si abonarse a las teorías de la conspiración fuera como jugar a la Bonoloto, sus seguidores nunca saldrían de pobres. Con Enrique de Inglaterra aventuraron de todo... Menos que acabaría casándose con una actriz mulata y divorciada. En España ocurrió algo parecido con Felipe. Los expertos en la materia descartaron a Isabel Sartorius porque sus padres se habían separado. Incluso defendían con gran convencimiento que la candidata era una 'tapada' aristócrata, guapa, católica (y tal vez sentimental) escrupulosamente seleccionada por la reina Sofía. Al final, ni lo uno ni lo otro: plebeya, periodista, divorciada (ella y sus padres) y elegida por la vía del flechazo. Lo cual vendría a demostrar que con la monarquía pasa como con los toros, que «de toros solo entienden las vacas -como decía Victorino Martín-, y no todas».
Pero ahora mismo en el Reino Unido lo que les trae de cabeza, además del 'Brexit', es el 'Babexit'; es decir, la salida del bebé de Enrique y Meghan (a la calle), su primera aparición ante la prensa. Sus padres ya han adelantado que no piensan posar con él (o ella) a la salida del hospital. ¡Una tradición traicionada! El trauma entre los británicos es monumental. El parto está previsto para dentro de unos días... Mi consejo es que Theresa May pida una prórroga.
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