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Pues no, decididamente este año la Academia Sueca y su premio Nobel de Literatura no han logrado recobrar el prestigio del galardón más importante de la república de las letras, mancillado previamente por un feo escándalo de abusos sexuales y tejemanejes en su proceso decisorio. ... Porque si entonces se consideró que era mejor suspender temporalmente su concesión por la falta de equilibrio entre la excelencia literaria siempre perseguida y el desprestigio social alcanzado hace algo más de año y medio por los académicos, no parece que esa carencia se haya logrado cubrir en esta nueva ocasión de una forma completa.
Véase, en primer lugar, la filosofía de los premios y su indudable referencia permanente a los ideales en beneficio de la Humanidad, algo que no concuerda ni de lejos con las opiniones y los posicionamientos del ganador de la edición 2019, Peter Handke, negacionista de las masacres de Srebrenica o Sarajevo y turiferario empecinado de Slobodan Milosevic, el presidente serbio muerto en pleno proceso seguido por el Tribunal Penal Internacional que lo acusaba de crímenes de guerra, contra la Humanidad y genocidio. Que sepamos, la Academia Sueca pretende no solo ser considerada la institución cultural más prestigiosa del mundo, sino también que su premio de literatura siga siendo por su calidad y dimensión universal el más importante y respetado del planeta. Desde la época de la Guerra Fría los académicos han cambiado en sus criterios de selección la filosofía de la neutralidad política por la de la integridad política, un concepto que se presta a diversas interpretaciones, aunque, según establece su propio libro de estilo, se atendrán en cualquier caso a cuestiones estrictamente literarias y siempre, en última instancia, consecuentes con el beneficio a la humanidad.
Difícil en cualquier caso, por eso, encajar lo anterior con el pensamiento político de un autor que encima se ha mantenido altivo en el boato ceremonial de los Nobel y desdeñoso con los medios, incluso diciendo que no tiene nada que añadir a lo escrito o ratificando sus posiciones previas. Su obra literaria es y será muy importante, con toda seguridad, pero su falta de integridad moral ante un genocidio le hace indigno para un premio que en su poder no es sino un auténtico baldón para la Academia.
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