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Nos vamos a cansar de oírles. Nos vamos a cansar de aguantar sus provocaciones. No sé si nos acostumbraremos, espero que no. Pero nos van a aburrir. Hasta el extremo de que muchas veces nos preguntaremos si no será mejor no hacerles caso. Si no ... será mejor no entrar al trapo. Y quizá en otro mundo lo fuera, no digo que no. Pero ya no es posible. Vivimos en una época en la que ya no se puede dar la callada por respuesta y, en cierto modo, es una lástima. El silencio ha desaparecido para siempre. Al menos de la esfera pública. Vivimos en el ruido y no queda otro remedio que aceptarlo y, en todo caso, tratar de no volverse uno loco. Las elecciones fueron hace doce días. En estos doce días ya han cuestionado y proyectado su inquina sobre: la ley de plazos del aborto, la ley contra la violencia de género, el matrimonio homosexual, los menores extranjeros no acompañados y el feminismo. Esto va a ser constante, me temo.
La ultraderecha siempre quiere llamar la atención y ocupar los medios. Lo necesita. Vive de eso. Va a estar todo el rato hostilizando la vida política con una polémica o con otra. Cuestionando derechos y libertades conquistadas hace ya mucho tiempo. La estrategia de estar constantemente abriendo debates artificiales da muchos titulares. Si se elaboran bien las frases que se lanzan a la sartén de los medios es muy fácil hoy en día obtener la atención mediática deseada y abrir informativos. Los medios están ávidos de fritanga. En realidad, ellos no buscan el verdadero debate (no lo soportarían), sino la confrontación superficial a base de frases lapidarias y repetitivas basadas casi siempre en medias verdades de carácter nacionalista, xenófobo y ultraconservador. Para liar bien las mentiras hay que mezclarlas con medias verdades. Por supuesto, la diatriba ultra no entra en cualquier cerebro. Es zafia y cruel. Hay muchos cerebros bien protegidos que rechazan automáticamente y con repugnancia ese tono belicoso y tóxico. Sin embargo hay otros, más vulnerables por una u otra razón, en los que penetra como un chorrito de whisky en un pedazo de bizcocho. Y así es como se consigue sembrar odios, que es de lo que va la cosa.
Esta vez han obtenido más de un 15% de los votos a nivel nacional. ¿Podrían crecer aún más? Quizá un poco. Se están acercando a la media europea. En Francia superan el 21%. En Italia, el 17%. En Alemania, el 12%. En Dinamarca, el 21%. En Austria, el 16%. En Suecia y Finlandia el 17%. En Suiza, el 25%. En Polonia el 43%. En Hungría, el 48%. En el Parlamento europeo sobrepasan el 15%. El fascismo siempre va a estar ahí. No nos engañemos. Va a estar siempre. Y hay que combatirlo siempre. No se puede dar la callada por respuesta. Hay que responder. Si haces como que no lo ves o le quitas importancia, se viene arriba, alza el mentón y aúlla.
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