Auge y caída de una estrella fugaz
Pedro José Chacón
Domingo, 23 de febrero 2020, 22:23
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Pedro José Chacón
Domingo, 23 de febrero 2020, 22:23
Porque ha estado al frente de un partido como el PP vasco que, junto con el PSE, ha pasado por lo más duro que puede pasar un partido político en democracia, con todos sus miembros amenazados por una banda terrorista, Alfonso Alonso merece una consideración ... en el momento en el que ha sido destituido de su cargo. Alguien que ha estado muy próximo a él últimamente me dice que le aconsejó a Alfonso que comunicara inmediatamente en redes su destitución, para evitar malentendidos, y eso es lo que este ha hecho, al filo de las siete de la tarde del domingo. Creo que ha sido el gesto más sensato que ha tenido en su más bien fugaz trayectoria al frente del PP vasco: hacerle caso a alguien que le quiere bien. Y es que en el PP vasco se le quería y se le apreciaba, porque la gente del PP vasco es abnegada y sufrida y están siempre a muerte con su líder.
Esta historia empezó cuando nombraron a Alonso presidente del PP vasco allá por octubre de 2015. El episodio por el que su antecesora en el cargo, Arantza Quiroga, quedó descabalgada fue lo más lamentable que pudimos ver en política en tiempo. Y es que vino a sustituirla después de hacerle la vida imposible, con puenteos, conspiraciones para anular los cargos que aquella designaba y situaciones de un cainismo político insuperable, todas ellas explicables por un desmesurado poder concedido desde Madrid al núcleo político alavés y que había descompensado por completo los equilibrios internos en el País Vasco.
Entonces nadie hablaba de esa foralidad que tanto reivindican ahora. Solo había personas o, mejor dicho, personalismos, cuadrillismos evidentes. Así es como fueron laminadas las estructuras de Bizkaia y de Gipuzkoa, hasta dejarlas hechas un solar. Toda la vieja guardia vizcaína, la que se había batido el cobre durante los peores tiempos del terrorismo, tirada por la borda sin la más mínima consideración. Y todo esto hecho con la aquiescencia de Madrid, que daba por sentado que a quien se nombraba aquí tenía carta blanca para convertir el partido a su imagen y semejanza.
Desde el principio se interpretó la llegada de Alfonso Alonso como lo que efectivamente era, una sorpresiva decisión que ni este se esperaba, acostumbrado como estaba a trabajar en Euskadi desde la sombra y a poner a sus peones donde más le interesaba, reservándose para sí el estrellato en Madrid. Todo el mundo no podía equivocarse. Nadie se creía que su carrera política desde portavoz en el Congreso y ministro del Gobierno, le pudiera llevar, de manera inexorable, a presentarse a elecciones en Euskadi encabezando al quinto partido en liza. Y así fue como el PP vasco fue perdiendo fuelle y presencia de manera lenta pero inexorable, abocado a un triste destino de irrelevancia que él no sabía ni podía enderezar.
Y desde julio de 2018, con el nombramiento de Pablo Casado al frente del PP nacional, Alfonso Alonso era un pato cojo en Euskadi. ¿Cómo pensó que podía continuar al frente de una sucursal que no tenía peso en Madrid, más allá del simbólico por su sacrificio ante el terrorismo, cuando él había hecho campaña ostensible a favor de la que fuera adversaria en el congreso del que salió su nuevo presidente nacional? Si Alfonso Alonso hubiera sido gallego, todavía. Pero no lo era. Era vasco. Ni siquiera cuando desde Madrid postergaban su designación como lehendakari hasta el último momento. Ni siquiera cuando en Madrid hacían el acuerdo con Ciudadanos teniendo tiempo hasta para diseñar un logo y todo para la ocasión, Alfonso seguía sin verlo.
En el PP vasco se le ha apreciado, y eso para cualquier otro político habría sido un timbre de gloria. Pero eso él, un tanto infatuado tras su paso por Madrid, tenía tendencia a verlo del revés, como si la gloria la transmitiera él a quien tocaba. Y se ha ido de mala manera, sin querer, tal como vino designado por Madrid. Algún día quizás sepamos qué es lo que le hubiera gustado hacer de verdad mientras ha sido estos años presidente del PP vasco.
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