Asalta el Congreso

Con el país al borde de la violencia, el Gobierno de Lula afronta el reto de controlar la situación mientras comprueba por las malas la lealtad de algunos gobiernos locales y de parte de la Policía y el Ejército. Al otro lado del Atlántico, Vox afronta un reto aún mayor que consiste en esconder las fotos de Abascal sonriendo junto a un Bolsonaro que a veces va con guayabera y a veces con camiseta de la selección, pero de la mala, de la española. Demostrando una vez más nuestro peso como puente entre Iberoamérica y Europa, ayer en España nos centramos en una idea fuerza: lo de Brasil es culpa sobre todo de Cuca Gamarra. Resulta que la portavoz no resistió la tentación de ser ella también un látigo tuitero y le contestó al presidente arrimando el ascua brasileña a la sardina de la sedición. Siempre es ridículo. Pero lo ridículo es para nosotros un destino. «Cuánta irresponsabilidad, Cuca», respondió al instante Gabriel Rufián. Con razón. Él sabe mejor que nadie que nunca se ha visto en España que desde el poder se avivase la fractura y se multiplicasen las peores falacias, que se animase a la toma de calles y aeropuertos, que tras un 'apreteu' bien dicho la turba minuciosamente fanatizada, los verdaderos patriotas, intentasen asaltar un Parlament.

Sémper no dijo 'nunquam' y regresa tras tres años en el banquillo de la consultoría. Lo anunció ayer Feijóo y pudo haberle dado unos golpes en el pecho antes de dejarle solo con la prensa: «Sales de portavoz de campaña, te quiero en el centro reforzándome la moderación y atrayéndome a los de los podcasts y los selfis en Nueva York. ¡Vamos, eh, Borja! ¡Vamos!». Ante los medios, a Sémper se le vio bien. Apenas se le notó el óxido cuando confundió a Alberto Núñez Feijóo con Alberto Ruiz Gallardón. Al ser poeta, el lapsus tendría que ver con su oído lírico: los nombres de los líderes son octosílabos simétricos. Explicando que vuelve para combatir la polarización, el nuevo portavoz aseguró que preferirá no comentar tuits ni hablar 'ad hominem' de los rivales. Se sentaría después alguien del partido con él para recordarle que la campaña no puede hacerse en una serie de Aaron Sorkin, que por fuerza hay que hacerla en España.

El príncipe Harry se fue al 'Good morning America' porque la psicoterapia y la promoción son ya en él indistinguibles. Y lo confirmó: Camilla es la culpable. Así que la masculinidad 2.0 de nuestro héroe atormentado no defendía a su madre y a su esposa porque sea muy machista pensar que hay siempre una mujer perversa confundiendo a un hombre idiota. Lo hacía porque la mujer perversa es en concreto su madrastra. «Villana», la llamó ayer. Y la sitúo «en la cama con el diablo». El diablo son los medios, si ya lo dice Pablo Iglesias.