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Dicen que rectificar es de sabios, aunque mucho más lo es aprender de los errores. Sánchez e Iglesias, visto el panorama preocupante que dejó la jornada electoral, decidieron rectificar, dejando de lado los reproches y abordar con urgencia el logro de un acuerdo para la ... investidura. Es cierto que han rectificado y además lo han hecho con prontitud para impedir que las presiones externas e internas pudieran actuar. Lo que ignoramos es si han identificado los errores y si están dispuestos a aprender para no repetirlos, pues no ha habido la mínima explicación. Eso que se llama autocrítica por respeto al electorado.
Resulta patética la posición de aquellos que se han alzado contra este acuerdo ocultando el hecho tan evidente de que con los resultados habidos y con la posición expuesta por el PP de no colaborar en la investidura de Sánchez, no había más alternativa que partir de un acuerdo de coalición entre socialistas y podemitas, o ir de nuevo a lecciones. Cualquier otro escenario pasaba por promover desde fuera y desde dentro un 'golpe de Estado' en el PSOE que destituyera a Sánchez.
Sánchez e Iglesias tienen ahora la responsabilidad de actuar con flexibilidad e inteligencia para conseguir, de una parte, incrementar los apoyos a la investidura, y, de otra parte, reconducir las relaciones con el independentismo, especialmente con ERC, a un terreno de diálogo estable, permanente y blindado. Es de Perogrullo que el problema de Cataluña es eminentemente político. En su doble dimensión, primero como problema interno, pues los catalanes están divididos como comunidad política. Segundo, también como problema externo, pues afecta a las relaciones entre Cataluña y España; siendo el exponente máximo de una crisis de rango constitucional. Negar estas dos dimensiones, reduciéndolas bien a un problema solo con el Estado, bien a un conflicto de orden público, es ignorar temerariamente la realidad.
Pero esta inteligencia y responsabilidad es exigible también a los independentistas que deberán ser conscientes de que para canalizar sus pretensiones este gobierno será el menos malo de los posibles, frente al escenario, nada hipotético, de un gobierno de derechas que entiende el problema como una cuestión de orden público. Si realmente se está convencido de la bondad y efectividad de la estrategia basada en 'cuanto peor mejor' o en la versión actualizada que han desplegado los CDR «independencia o barbarie», ya saben lo que tienen que hacer los rupturistas de allí y de aquí, impedir junto con el PP y Vox la investidura de Sánchez. Acaso después se darán cuenta de que cuando se apuesta a 'cuanto peor', el resultado más probable suele ser 'mucho peor'.
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